Brasil alberga la iglesia católica más grande del mundo después de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Este país de Sudamérica, conocido por su diversidad cultural y sus vastos paisajes, sorprende con una obra arquitectónica de proporciones colosales dedicada a la fe.
La Catedral Basílica de Nuestra Señora Aparecida se destaca por su tamaño, pero también por su significado para millones de fieles. Ubicada en la ciudad de Aparecida, en el estado de São Paulo, esta imponente estructura es un testimonio de la devoción católica en Brasil.
Este templo de fe católica se alza imponente en la ciudad de Aparecida, ubicada en el sudeste brasileño. Con una superficie cubierta de 18.000 metros cuadrados, la catedral puede albergar a 45.000 personas en su interior, de acuerdo al portal La Sexta.
Si se considera el área total de construcción, que alcanza los 23.000 metros cuadrados, la capacidad se eleva a 75.000 individuos. Estas cifras la posicionan como la iglesia más grande de América y la segunda a nivel mundial, superada únicamente por la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
La estructura, diseñada en forma de cruz griega, impresiona con sus dimensiones. Las naves se elevan hasta los 40 metros de altura, mientras que la cúpula alcanza los 70 metros. Pero el elemento más destacado es su torre, que se yergue hasta los 100 metros, dominando el paisaje circundante.
La Catedral Basílica de Nuestra Señora Aparecida tiene sus raíces en un acontecimiento ocurrido hace más de tres siglos. En 1717, tres pescadores del Valle del Paraíba vivieron una experiencia que cambiaría la historia religiosa de Brasil.
El hecho sucedió durante una expedición de pesca solicitada por don Pedro de Almeida, entonces gobernador de São Paulo. Tras varios intentos sin éxito, los pescadores hicieron un hallazgo inesperado en el río Paraíba do Sul:
Primero, sacaron del agua una estatua de cerámica sin cabeza.
Luego, en una segunda tirada de red, recuperaron la parte faltante.
Al unir las piezas, descubrieron que se trataba de una imagen de la Virgen de la Concepción.
Inmediatamente después, sus redes se llenaron de peces.
Este suceso fue interpretado como milagroso y marcó el inicio de una devoción que no ha dejado de crecer. La imagen, custodiada inicialmente por la familia Pedroso, pronto atrajo a numerosos fieles.
En 1733, Atanasio Pedroso, hijo de uno de los pescadores originales, construyó un pequeño oratorio para albergar la estatua. Sin embargo, la creciente afluencia de devotos hizo necesaria la construcción de un templo más grande.
Así, en 1745, se inauguró una capilla en el Morro de los Coqueiros, dedicada a Nuestra Señora Aparecida. Este hecho sentó las bases para la posterior edificación de la imponente catedral que hoy se yergue como un símbolo de la fe católica en Brasil y atrae a millones de peregrinos cada año.