Tras varios meses nerviosos y con alta sequía de entusiasmo, los demócratas volvieron anoche recuperar a la pasión con una líder que derrochó fuerza sobre el escenario. Kamala Harris cerró la Convención de su partido con un repaso detallado de lo que serán cuatro años de su presidencia. Ha sido su prueba más exigente desde que se convirtió en candidata presidencial hace poco más de un mes. Durante su discurso prometió luchar contra la especulación de precios en alimentos y vivienda, aliviar a la clase media, reclamar la «libertad» para todos los estadounidenses, sin importar raza, nivel económico o estado en el que vivan, y devolver el optimismo y la unidad a la vida norteamericana en un momento en que el país se encuentra más polarizado que nunca.
La hazaña no era fácil, Kamala debía moverse en una fina y peligrosa línea presentándose como una nueva líder con ideas propias que hereda una administración con la que coincide en la mayoría de líneas políticas, pero no en todas. El conflicto en Ucrania o la guerra en la Franja de Gaza fueron cuestiones delicadas. Los asistentes al último día de la Convención, y prácticamente todo el país, llevan casi un mes esperando impacientes a que la candidata se pronuncie sobre estas cuestiones tan peliagudas para su carrera política.
Anoche Harris aceptó definitivamente su misión de mantener al Partido Demócrata en la Casa Blanca al menos una presidencia más. Con un discurso personal y patriótico trató de convencer a los votantes de que está lista para convertirse en su comandante en jefe número 47, y capitanear el cambio que el país busca. Por eso, preparar un discurso que ofreció ayer ante un pabellón lleno hasta arriba no ha sido fácil para ella, dicen sus asistentes. Cada palabra fue escrita a conciencia, y en las últimas semanas ha estado realizando múltiples ensayos con teleprompter en tres zonas horarias distintas. Algunas de las ideas que los asistentes escucharon anoche venían de lejos, de los primeros borradores que creó cuando se presentó a las elecciones primarias de su partido en el 2019.
Ayer la vicepresidenta contó la historia de su vida. Era muy necesario porque Kamala ha sido la compañera de fórmula de Joe Biden durante cuatro años, pero los estadounidenses saben muy poco de ella. A la segunda del presidente prácticamente no se la ha visto y solo tiene 74 días antes de que los norteamericanos vayan a votar a las urnas. Una mujer negra, de padres inmigrantes, de clase media, que entiende la lucha actual de muchas familias con necesidades. Sus primeros trabajos fueron en un Mc Donald’s y contrastan con el colchón de dólares en el que creció Donald Trump, y que pronto le permitió convertirse en el promotor inmobiliario de más éxito en Nueva York.
Kamala sabe que sus años como fiscal de California tomarán aún más importancia en su enfrentamiento con un rival como el exmandatario, que recientemente ha sido declarado culpable de 34 cargos criminales. Harris también quiso enmarcar la carrera presidencial 20204 como un enfrentamiento a campo abierto entre el futuro que ella representa, en el que peleará por las «libertades» en cuestiones tan personales como los derechos reproductivos; y el pasado que dibuja su rival, con el Proyecto 2025, un manual que los demócratas están tratando de unir a Trump, a pesar de que el republicano se ha desmarcado en varias ocasiones de esta agenda ultraconservadora y extremista que está promoviendo un pequeño grupo de su partido.
La candidata demócrata ha dejado claro que gobernará para «todos los estadounidenses», porque «amamos este país», dijo el miércoles su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota Tim Walz. El campechano y directo entrenador y antiguo profesor del Medio Oeste ofreció, curiosamente, uno de los discursos más breves de la noche. Siguió la tónica general en esta Convención de nombrar a Trump, que ha estado muy presente en la mayoría de los discursos. Estoy «listo para pasar página sobre estos tipos», le dijo Tim Walz a su público refiriéndose también al candidato vicepresidencial republicano J.D. Vance, «así que gritadlo conmigo: no vamos a volver a eso». «En Minnesota respetamos a nuestros vecinos y las decisiones personales que toman», dijo en una defensa de los derechos reproductivos, «e incluso cuando no tomamos las mismas decisiones tenemos una regla de oro: ¡métete en tus malditos asuntos!».
Walz no dudó en compartir su historia de cómo, gracias a la ciencia, ha podido ser padre de dos jóvenes que anoche levantaron pasiones entre los asistentes. Su hijo Gus ha tenido una gran cobertura por parte de la prensa norteamericana, que ha destacado cómo el joven entusiasmado se levantó de su asiento y gritó entre lágrimas de felicidad «ese es mi padre». «Libertad», «patriotismo» y «esperanza» han sido las palabras que más pronunciadas en los cuatro días de Convención Demócrata. En este sentido, el 6 de enero del 2021 ocupó un lugar destacado en la tercera noche. «Fue un momento peligroso para nuestra democracia», dijo una enérgica Nancy Pelosi, «nunca antes un presidente de Estados Unidos había atacado tan descaradamente los cimientos de nuestra democracia, abrazando con tanta alegría la violencia política y traicionando tan intencionadamente su juramento». La dos veces líder de la Cámara de Representantes, que renunció el año pasado voluntariamente a su propio poder a sus 84 años, fue recibida entre fuertes aplausos. Su valentía a la hora de poner sobre la mesa que su viejo amigo Joe Biden no estaba para más trotes políticos la han convertido en una heroína dentro del partido que anoche apoyó a Kamala Harris asegurando saber que «la vicepresidenta está lista para llevarnos a nuevas alturas».