El pensamiento crítico se ha convertido en nuestras sociedades narcisistas en una defensa contra la autocrítica. Enzarzados en batallas culturales o mareados y nublados por efecto de la desquiciante polarización política, desplegamos con facilidad un arsenal de argumentos para demostrar el vicio ajeno, lo feos que son los demás y por contraste lo hermosos que somos nosotros. El pensamiento crítico, como decía Manuel Arias Maldonado , se ha convertido en el ejercicio de una crítica predecible con la que nos ahorramos el trabajo previo de pensar. Basta con dividir el mundo en opresores y oprimidos para que las miserias morales de los unos se conviertan en la explicación del infortunio de los otros. En las guerras culturales no se compite...
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