SAN ANTONIO DE LOS BAÑOS, Artemisa.— Son 25 caritas felices e inquietas, e igual cantidad de corazoncitos ansiosos por crear lo que imaginan. Son el doble de manos en función de moldear la arcilla, de darle forma, de ubicar ventanitas y puertas, de innovar tejados, y hasta vitrales o ladrillos buscando armonía en fachadas que un día —no muy lejano— irán a un mural colectivo, el segundo de este tipo que adornará paredes, en San Antonio de los Baños.
El Taller de Verano del Proyecto de Cerámica Utilitaria Barro sin Berro abre las puertas en calle 76, esquina a 41, en el Ariguanabo, donde la costumbre ha hecho del sitio una exclusiva fábrica, que solo detiene su andar esta semana del año, para darle vida con la inocencia de quienes sueñan ser artesanos, y ubican la cerámica como protagonista de este período estival.
Nada más por verles atentos a sus propios dibujos, algunos en una tradicional hoja y otros en el teléfono móvil u otros soportes, singularizando cada detalle de su proyecto, vale la pena este encuentro, nos dice con semejante emoción Maday Acosta Posada, la líder de Barro sin Berro, quien sabe cuánto postergan para poder llenar de mesas, sillas e infantes el Taller, donde normalmente moldean tazas, jarras, y otras variedades de producciones, utilitarias todas.
«La estabilidad en el área comercial en todas las tiendas del Fondo Cubano de Bienes Culturales donde proponemos nuestras producciones, hacen posible este tiempo de aprendizajes y saberes compartidos, pues el material que usamos durante estos cinco días, nos representan unas 300 tazas, como promedio; no obstante, es un aliciente recibir esta energía, la magia de los pequeños.
«Ellos nos trasladan ideas, nos mueven el pensamiento, participan, comparten, preguntan, se divierten, y nosotros intentamos descubrirles el talento, lo cual nos convierte en privilegiados», asegura con natural motivación, la también profesora del Taller, quien les explica cómo usar el pincel o poner taquitos en la obra frente a ellos.
Nieta de María Cristina Pérez, la directora de Cultura de Bauta, su abuelo se desempeña como talabartero, y sus padres son los ingeniosos del Proyecto Puf, de bolsas de lienzo personalizadas, a su disposición en la Tienda Artebrería del municipio bautense, Ella Robert creció con esa apreciación artística, por eso este Taller de Verano, la convida a recorrer en moto eléctrica unos 40 kilómetros cada jornada, para desarrollar ese talento, apegada esta vez a la cerámica.
Indiana Selles Pérez, su mamá y fiel compañera de viaje, miembro de la Asociación Cubana de Artistas y Artesanos, nos habla de su atrevimiento por dibujar, y de sus pininos en las bolsas que comercializa la familia, con el uso de pintura acrílica para plasmar flores, animales, alegóricas a Cuba, como nuestra identidad nacional.
Mientras, Ella, muy independiente en cada paso del proceso de construcción de una fachada, solicita una ventana, da cortes precisos para profundizar en los contornos deseados, toma el pincel, aporta un poco más de mezcla y deja firme la cubierta, con esos deditos de solo nueve años de edad permeados de barro.
Casi en frente, Mateo Sánchez García, con dos años menos de edad, también descubre su aptitud frente a una masa de cerámica, ávida por tomar forma.
«Aunque dedico tiempo al judo, con el profe Marcel y he ido a la playa para recrearme, esta ha sido la semana más esperada desde que pasé mi prueba de aptitud para ser parte de este segundo curso. Y también participé en el primero», nos cuenta, y sucede que tal vez la tradición le seduzca, pues su bisabuela fue la mejor esmaltadora del Taller de El Rincón, donde también este oficio cobró fuerza antaño.
Tal detalle nos llega en la voz de quien resume su vida por intermedio de la cerámica, y es el dueño de tantos saberes entre el colectivo de unos 35 trabajadores de Barro sin Berro, Jorge Armando Acosta Álvarez, el ceramista mayor, quien decidió compartir con los niños, más que habilidades manuales, conocimientos de mezclas de barro, zeolita, feldespato, fórmula química —esta última— dada por la combinación de elementos.
A todas, según él, habrá que siempre ponerle su poco de experiencia al unir materias diferentes, pues no siempre las extracciones de los yacimientos son iguales, e influyen otros elementos relacionados con la temperatura ambiental, nos aclara, mientras aporta la materia prima a los niños del Taller, sin dejar de amasar para que llegue a ellos con la suavidad necesaria.
Por el mismo camino de Dayamí Jaime Arzola, una de las trabajadoras del Proyecto va su pequeña hija Vera Alfonso, para quien celebrar los nueve años de edad en medio del Taller, ha sido muy bonito, pues sueña hacer con sus manos muchos productos, tal como los que acumula su progenitora.
Tal vez una de las más cercanas a decidir qué será en la vida es Yeila Peña García, también alumna del Taller por segunda ocasión, quien con 15 años de edad y habilidades demostradas en las artes plásticas, convierte entonces a la Academia de Bellas Artes San Alejandro, en su rumbo seguro, y quién sabe, si como otros graduados de escuelas de arte (lo cual sucede con alumnos de la Eduardo Abela) regrese a Barro sin Berro a saldar la deuda de haber dado acá los primeros pasos.
En medio de madres que también ayudan a concretar los moldes, de aquel padre que trae agua fría, y el otro que instala un ventilador más para amilanar el calor; junto a los trabajadores capaces de ser maestros por unos días y aportar sin tanta teoría su práctica en función del barro, trascurre una semana de este caluroso verano, con tono de futuro.
El aporte de la familia siempre será indispensable en la formación vocacional de los niños. Fotos: José Aníbal Ramos
Cada mirada inocente —de quienes casi no perdían tiempo al concentrase en su quehacer, con la impresión de que este hoy, fuera su mañana— pudiera tener un cartel invisible, ese que no tengo dudas, llevan todos los niños dentro: «Tratar con cuidado. Contiene sueños».
No supiera decirle quién escribió esa verdad ni dónde la leí por vez primera, solo tengo la certeza de no haberla olvidado jamás, pues ese encargo cuelga en cada adulto, sea cual sea la relación que tenemos con los más pequeños.
Es nuestra misión de padres, profesores, obreros, artista o artesanos, no soltarles la mano, conducirlos por sus talentos, darles la oportunidad de desarrollarse plenos, dedicarles tiempo, sentirnos parte de su futuro en el presente, y todo ello, junto a la magia de sus sueños, resume el segundo Taller de Verano de Barro sin Berro. (Tomado de elartemiseño)