Siempre que regreso a Lisboa y
cruzo alguno de sus dos grandes puentes (Vasco de Gama y 25 de abril) recuerdo la célebre frase del escritor portugués Fernando Pessoa que decía
así: “Lisboa, donde el Tajo abraza el Atlántico y la nostalgia se mezcla con el
olor del mar”.
No hay duda que uno de los alicientes de la capital portuguesa es tener tantas facetas y posibilidades que es imposible adentrarse con cierta
profundidad en ella en un solo viaje.
Lisboa son “saudades”, es la
desembocadura del río Tajo, es el infinito Atlántico, son sus múltiples templos
e iglesias, es la Baixa Pombalina, es la desgarradora y sentida música del fado, es el moderno
Parque de las Naciones, es el gran terremoto de 1755 y sus secuelas, es el
icónico Monasterio de los Jerónimos, es el barrio de Alfama, es la modernidad y
la tradición, son sus siete colinas, son sus incontables "miradouros", es la céntrica “Avenida da Libertade”,
es su inmejorable ubicación y es, entre otras muchas cosas, el sabor a pastel
de nata y a unas sardinas asadas en la festividad de San Antonio.
En definitiva, infinidad de posibilidades
que obligan a volver nuevamente sabiendo que cuando regresamos de Lisboa dejamos
parte de nuestro corazón allí.
Ante tal abundancia de bellezas
arquitectónicas, urbanísticas y culturales, parece imprescindible buscar un buen
alojamiento donde pernoctar esos días.
Una buena elección es Czar hotel
(www.czarlisbonhotel.com). Su
emplazamiento (en la Av. Almirante Reis, próxima a la estación de metro “Anjos”-línea verde-),
su magnífica relación calidad/precio y el abanico de prestaciones que nos
ofrece hacen de él una acertada elección para pasar la noche.
La tranquilidad del entorno, sus confortables y modernas habitaciones (en total, setenta y siete en distintas tipologías), salas para reuniones y eventos, un pequeño gimnasio, un bar (donde probar estupendos cócteles) y un buen restaurante (a la carta y buffet) son argumentos indiscutibles para decantarnos por este cuatro estrellas urbano llamado Czar Lisbon Hotel.
Lo primero que aprecia el huésped,
nada más entrar en la recepción, es una agradable sensación de hospitalidad y cercanía por
parte del personal que nos atiende. Detalle muy de agradecer tras un día pateando la capital portuguesa.
Debo reconocer que, junto a todas
estas prestaciones que el hotel ofrece, tuve la sorpresa de disfrutar del buen
hacer en cocinas de su chef ejecutivo.
Así es, además de una comida
buffet, el joven cocinero David Rodrígues brinda la posibilidad de elegir, a la
carta, alguna de sus elaboraciones a las que, además de un producto de calidad, le
pone su sello personal.
Esta corta, pero cuidada y atrayente, “ementa” ofrece, entre otros, los siguientes platos: “Bife Wellington”, “Pica-
Pau do lombo”, “Bacalhau, batata doce e ragu de espinafres”, “Salmâo e risotto negro”, "Polvo e açafrào" o, como postre para los más golosos, una “Sericaia e purè de ameixas”
(acompañada con un refrescante helado de avellanas) o un tradicional dulce conventual portugués como es el "Pudim Abade de Priscos" que se acompaña con un buen moscatel.
Son, desde luego, buenas credenciales las que plasmo en estos párrafos. Siendo así, ¿qué les parece, tras un agotador día conociendo los encantos de Lisboa, descansar en Czar Lisbon hotel?. Naturalmente, no sin antes probar las excelencias de estos fogones.
Así pues, si piensan viajar próximamente a
Lisboa, no dejen caer en saco roto esta recomendación.