Da igual las veces que hayas pisado esta plaza que la arena negra de Vista Alegre será siempre un puñetazo de emoción. Entre lo tenebroso, la contención del miedo y el regresar al lugar donde has sido feliz tantas veces. Felicidad mayúscula. Morante, Diego Urdiales… no en tardes de triunfo sino históricas. No pasa desapercibido entonces el color de su arena ni el talante de sus gentes, menos ruidosos que en Madrid y más a favor de que ocurran cosas (es fácil si caemos en la comparación). Bilbao es un lugar al que peregrinar y ese sitio sagrado de tauromaquia que estamos obligados a cuidar, por tantísimos motivos.
La tercera de las Corridas Generalesera un mano a mano entre dos sevillanos: Luque y Borja Jiménez. El primer Fuente Ymbro a decir verdad no podía estar mejor hecho. Era difícil encontrar un equilibrio más perfecto entre toro serio, astifino y con cara para Bilbao y a su vez, un toro bajito de verdad. Lástima que le fallaran las fuerzas y en la muleta le faltara un tranco, el mismo que le sumó Luque con un oficio y técnica tremendos. Solventó el de Gerena disfrutando de la puesta en escena, de su solidez con el toro, de los recursos para apuntar por aquí lo que faltaba por allá. Y así remontó una faena que no tenía todo de su parte cuando tomó la muleta. Al entrar a matar el toro perdió las manos, él se tropezó y la muerte no fue lo esperado. Accidentes.
Borja Jiménez se fue a portagayola en el segundo. En Bilbao. Nada menos. Y el de Fuente Ymbro se frenó al llegar al encuentro. Susto. Borja anduvo centrado con el toro, queriendo hacer las cosas despacio y bien. El animal tuvo franqueza y las emociones justas y Jiménez rebuscó en el toreo clásico los argumentos de la faena. Poco a poco construyó una labor de temple, que remató de una estocada efectiva y le valió para pasear el primer trofeo.
El tercero fue muy descarado de pitones, pero no era ese su mayor problema. El toro tuvo ya de salida una dificultad en la vista que hizo complicado todo. La lidia y las banderillas. Cuando Luque fue a comenzar la faena tenía una tarea jodida por el pitón derecho, que era por donde más se vencía. No fue una faena para la mayoría, porque no tenía emoción, pero tuvo importancia todo lo que hizo. Y fue como si no costara.
A portagayola se fue Borja Jiménez con el cuarto. Quitó Luque y replicó Borja. Entre uno y otro se dirimía el toreo. El toro tuvo tela de carbón. Era importante, pero nada fácil estar por allí. A la casta del Fuente Ymbro le puso Borja la emoción de la incertidumbre, el querer y la raza. A veces se vio desbordado, pero nunca volvió la cara y se tiró derecho a matar. Una emocionante muerte del toro que le puso otra oreja más en la mano con petición de la segunda.
Luque tampoco tuvo suerte con un quinto, descastadete que le costaba la vida pasar. Serio con el animal. A la puerta de toriles volvió a irse con el toro que cerraba plaza Borja, que fue extraordinario. Comenzó con un pase cambiado, pero la plenitud del toro se vio cuando se puso a torear. Tenía inercia en la distancia y cuando la tomaba con los vuelos clase infinita. Borja quiso cogerle el aire en el mismo centro del ruedo y ahí dejó muletazos infinitos en una faena que esta vez se hizo corta. La arrancada del toro era un fogonazo. La espada no tuvo tanta contundencia, pero no fue óbice para el trofeo y la Puerta Grande. Hubo compromiso del sevillano y un lote para un triunfo importante.
Bilbao. Tercera de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro. El 1º, flojo y de corta arrancada pero noble; 2º, noble y bueno; 3º, complicado; 4º, encastado y con mucho carbón; 5º, deslucido; 6º, de extraordinaria clase.
Daniel Luque, de obispo y oro, estocada (saludos); pinchazo hondo, estocada (silencio); pinchazo, estocada (silencio).
Borja Jiménez, de gris perla y oro, estocada (oreja); estocada (oreja y dos vueltas); pinchazo, estocada caída (oreja).