Lennert Van Eetveldt se presenta. El belga del Lotto, de sólo 23 años, recién cumplidos comenzó la Vuelta como un esprinter y se mostró como uno de los mejores escaladores en la primera subida en alto de la carrera. Pero está más cerca de lo segundo que de lo primero. Ya ganó esta temporada el Tour de los Emiratos después de imponerse en la subida a Jebel Hafeet. Fue tercero en la Clásica de San Sebastián y el año pasado ya se había asomado a los primeros puestos en la etapa de Belagua y en la de Guadarrama. Pero no se había medido a los grandes y menos en una etapa de montaña de una gran vuelta.
Al belga no le impresionó llegar con los favoritos al final de Pico Villuercas. Era un extraño entre Primoz Roglic, Enric Mas, Mikel Landa y alguno más. Un joven en busca de su primera victoria en una grande que se agarró a la rueda del esloveno sin dar señales de sufrimiento para subir ese 20 por ciento de desnivel que alcanzan los tramos de cemento del ascenso al primer final en alto de la Vuelta. Allí estaba el belga del Lotto, tranquilamente con Roglic a un lado y con Enric Mas al otro. Como si fuera uno de ellos.
«Es una subida estilo LaVuelta», explica Primoz Roglic. «Es difícil hacer diferencias porque la velocidad es poca, pero si tienes piernas puedes hacer algo y hoy tenía buenas piernas para conseguir la victoria», añade.
Nada cambió cuando se unieron a ese grupito de cabeza ciclistas como Almeida y Mikel Landa. Al alavés le costó enganchar con los de delante. Cada vez que se acercaba había un ataque que le obligaba a ponerse a remar otra vez. Hasta que se unió en el último kikómetro. Esperó un poco al final del grupo a que llegara su momento de atacar. Y cuando llegó echó de menos algo de fe y echó de más una sombra, la de Van Eetveldt y su pedaleo fácil, que le recortaron terreno pronto. Tan fácil lo vio Van Eetveldt que dejó de pedalear pensando que ya tenía la victoria, pero se quedó con el brazo a media asta. Y Roglic acabó metiendo la rueda para cruzar antes la línea de meta. «Hay que creer siempre. Todos luchamos y nunca se sabe cuándo puede conseguir la victoria», explica el esloveno, que ha llegado en busca de su cuarta Vuelta y ya se ha vestido con el jersey de líder en la cuarta etapa. «No era el objetivo principal de hoy, pero cuando ves a los chicos trabajar duro con este calor... te alegras de poder terminarlo. Nunca sabes cuándo es la última, así que hay que disfrutarlo», advierte.
Roglic es el referente principal de una carrera que se muestra abierta desde el comienzo pero que ya empieza a distanciar a alguno de los rivales del esloveno. La montaña ha llegado muy pronto, con la primera etapa disputada en España, y no todos la digieren igual. Landa y Mas, dos de las esperanzas españolas, se adaptaron bien al sofocante calor y al cambio de altura. También Almeida. Sepp Kuss, que se dejó 28 segundos, se quedó a medias. No es demasiado tiempo el que ha perdido, pero peores fueron las sensaciones. Nunca se le vio al lado de Roglic desde que aceleró el paso. Peor le fue a Carlos Rodríguez, que se dejó 51 segundos, y a Carapaz y a Adam Yates, que perdieron casi minuto y medio.
Sin pretenderlo, Roglic ha dado el primer golpe. Ha ordenado la Vuelta y ha despejado la carrera de rivales. Aunque le ha salido uno nuevo que no se sabe dónde llegará. «Es un chico muy fuerte y muy rápido», dice de Van Eeetveldt. «Él atacó muy rápido al principio y luego fue perdiendo fuerza. Por suerte tenía algo más y pude rematar al final», explica.
Ya son trece las etapas que ha ganado el esloveno en la Vuelta. Pero el número que él persigue es otro, el 4 de victorias finales. De momento Roglic gana y Van Eetveldt se presenta.