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Matemática de preescolar. El 28 de julio, 70% de la población votó por el cambio sustancial y sólo 30% lo hizo por el continuismo de Maduro. Las pruebas son las actas válidas, publicadas y verificadas por medio mundo. Actas provenientes del proceso electoral, recibidas desde los centros de votación, y acopiadas, clasificadas y hechas accesibles desde esa fecha.
El CNE oficialista ha intentado ocultarlas y ha publicado unos resultados que parecen sacados de una servilleta. El fraude es colosal, o cómo se dice: público, notorio y comunicacional. El autogolpe de la hegemonía despótica también lo es. Y la hegemonía incluye a la parafernalia de los llamados «poderes públicos» cuya ilegitimidad es grotesca.
Esa es la verdad. Todos en Venezuela lo saben y en el exterior también. Que no se quiera reconocer la verdad es otra cosa y una muy lamentable.
Desde el máximo respeto que le tengo al Santo Padre Francisco, me permito disentir de su llamado a buscar la verdad en esta situación. La verdad, o el siete más tres son diez, ya existe desde el 28J. Respetado Santo Padre Francisco, ayude a Venezuela, ayude a su pueblo, que es su pueblo. Los cardenales venezolanos han sido enfáticos en proclamar la verdad.
La verdad de la voluntad popular es más grande que un chaguaramo, para decirlo en nuestra hermosa conseja. Pero también lo es que el autogolpe ha incentivado el terrorismo del poder, la violencia en contra del pueblo, la retórica maligna, y todos los instrumentos propios de la imposición brutal de la mentira.
Algunos gobiernos aliados de Maduro están tratando de salvarlo con maniobras o más bien melindres. Ojalá que no se salgan con la suya. Ojalá que los tibios o cómplices de siempre no se salgan con la suya.
La verdad es el siete más tres son diez. Todo lo demás es una tentativa de falsificar la verdad. La soberanía de Venezuela merece respeto y debe ser defendida. Y defendida con la verdad.
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