Dirección: Eli Roth. Guion: Eli Roth y Joe Crombie. Intérpretes: Cate Blanchett, Kevin Hart, Ariana Greenblatt, Jamie Lee Curtis. EE.UU., 2024, 102 minutos. Género: Ciencia-ficción.
El planeta Pandora de “Borderlands” no es azul y frondoso, no tiende a lo fosforescente, no es húmedo ni ecológico. Es, literalmente, la cara B del Pandora de “Avatar”: un cementerio de barro y chatarra, seco y peligroso, habitado por lo peor de cada casa. Del mismo modo, la película de Eli Roth es la némesis de la de James Cameron: sucia y (presuntamente) gamberra, quiere alejarse de la ciencia-ficción de diseño digital para reimaginar el género como un pastiche de sus clásicos más canallas, desde “1997. Rescate en Nueva York” y “Mad Max” hasta, especialmente, los sucedáneos dirigidos por Enzo G. Castellari, “1990: Los guerreros del Bronx” y “Los nuevos bárbaros”. En los ochenta, esta adaptación del videojuego homónimo comercializado por Gearbox no habría sido más que una torpe ‘exploitation’ acumulando polvo en las estanterías de un videoclub, pero en la era del ‘streaming’ post-“Guardianes de la galaxia” su socarronería ‘trash’, su falta de ritmo, sus efectos baratos, sirven como ejemplo para entender, por desgracia, lo que es un ‘blockbuster’ veraniego.
Es obvio que Eli Roth es más cinéfilo que ‘gamer’, aunque tampoco sabe contagiarse de la vitalidad y el descaro de sus referentes. La película no parece tomarse demasiado en serio las estructuras narrativas videolúdicas, a pesar de que la trama avanza a base de pasar pantallas-mundo para encontrar las tres llaves que abran un supuesto tesoro de la sabiduría. Podría decirse que Roth se apoya en el carisma de sus personajes, pero ninguno de ellos tiene ni la más mínima gracia. No parece suficiente sacar a Cate Blanchett de su zona de confort -que, con el aspecto de una “Tank Girl” trasnochada, interpreta a una cazarrecompensas interestelar que acabará luchando contra el malvado magnate que la contrató- ni rescatar a Jack Black para que le ponga voz a un Wall-E oxidado ni reclutar a Jamie Lee Curtis para que nos regale un recital de mohínes post-Oscar. Da la impresión de que Roth cree que un reparto de estrellas dará nivel a “Borderlands”, pero el problema es que la película nunca sabe qué quiere ser: si una sci-fi para niños, si una de aventuras chiripitifláuticas, si un ‘exploit’ apocalíptico o si un videojuego para nostálgicos del Spectrum.
Lo mejor: que nos haga recuperar con felicidad los clásicos “trash” de videoclub a los que no les llega ni a la suela del zapato.
Lo peor: que ni siquiera Cate Blanchett parezca divertirse con su metamorfosis en cazarrecompensas macarra.