El Ejército ruso recurrió este jueves a los cazabombarderos Su-34 para golpear las posiciones de las unidades ucranianas que cruzaron la frontera y se adentraron en la región de Kursk.
"Las tripulaciones de los cazabombarderos supersónicos multifuncionales Su-34 de las Fuerzas Aeroespaciales efectuaron ataques aéreos contra equipos militares de los destacamentos del Ejército ucraniano", señala el comunicado del Ministerio de Defensa recogido por la agencia Efe.
Los Su-34 emplearon bombas aéreas FAB-500, las que habitualmente utiliza Moscú para destruir territorio ucraniano, para lanzar "ataques precisos desde una distancia segura" de la zona de combates.
Por su parte, la agrupación Séver (Norte) atacó las posiciones de seis brigadas mecanizadas enemigas en Kursk, pero también en las vecinas regiones de Járkov y Sumi.
En dichos ataques contra las posiciones ucranianas, Kiev habría sufrido 415 bajas, cuatro tanques, una treintena de blindados y vehículos militares, y dos estaciones de lucha radioelectrónica.
Además, el gobernador en funciones de Kursk, Alexéi Smirnov, aseguró que las defensas antiaéreas derribaron dos misiles ucranianos sobre el cielo de la región.
Defensa reconoció hoy que ha tenido que rechazar "los intentos de algunas unidades (ucranianas) de adentrarse profundamente en territorio (ruso) en el sector de Kursk".
Por su parte, los blogueros militares insisten en que el enemigo se ha hecho con el control de un puesto fronterizo, donde tomaron prisioneros a varios soldados rusos, y sigue avanzando hacia varias localidades de la zona.
También tomó el gasómetro de Sudzha, el tanque que mide el flujo de gas que circula por territorio ucraniano con destino a los clientes europeos, aunque el consorcio Gazprom informó que sigue bombeando ese carburante a través de Ucrania.
Smirnov decretó el miércoles el estado de emergencia en la región, donde los combates estallaron el martes, para "paliar las consecuencias de la incursión de las fuerzas enemigas", informa la agencia Efe.
A consecuencia de los ataques, que no han sido reivindicados oficialmente por Kiev, han muerto cinco civiles y otros 31 resultaron heridos, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad de Rusia.
El presidente ruso, Vladímir Putin, calificó de "provocación a gran escala" la mayor incursión ucraniana en territorio ruso desde el comienzo de la guerra.