En su pequeña aldea argelina, la boxeadora Imane Khelif es un “modelo” de valentía para jóvenes deportistas y “una heroína” para su padre, que la defiende de quienes piden su exclusión de los Juegos Olímpicos de París 2024 por sospechas infundadas sobre su género.
Khelif aseguró la primera medalla de Argelia en París 2024, está en la final por el oro en boxeo olímpico femenil tras vencer a tres rivales: Angela Carini en la primera ronda, Anna Luca Hamori en cuartos de final y Janjaem Suwannapheng en semifinales. Vuelve al ring este 4 de agosto para una última pelea.
La argelina es embajadora de UNICEF y está determinada a cumplir lo que se prometió: “Mi sueño es ganar una medalla de oro. Si gano, las madres y los padres podrán ver hasta dónde pueden llegar sus hijos. Quiero inspirar a las niñas y a los niños en Argelia”.
Imane es una de las dos boxeadoras en competencia que el año pasado no superaron un test de elegibilidad de género para el Mundial femenino de boxeo, de la proscrita Asociación Internacional de Boxeo (AIB), la cual fue excluida permanentemente de los Juegos Olímpicos y cuyos análisis fueron llamados “defectuosos” por el Comité Olímpico Internacional (COI).
Las imágenes de su victorioso debut frente a la italiana Angela Carini, que se retiró a los 46 segundos tras recibir varios potentes golpes, provocaron un incendio en las redes sociales con varios referentes del deporte y figuras políticas conservadoras demandando su salida de los Juegos, mientras el COI defiende sin fisuras su presencia en París.
“Mi hija es una niña. La criamos como a una niña. Es una niña fuerte. La eduqué para que trabajara y fuera valiente”, afirma rotundo Omar Khelif, padre de la púgil, desde su salón familiar en una humilde aldea rural situada a 10 kilómetros de la ciudad de Tiaret.
Con una gorra en la cabeza y rodeado de sus hijos menores, Khelif exhibe orgulloso una foto de su hija, a los siete u ocho años, sonriente con el pelo trenzado, y muestra toda una serie de documentos de identidad y partidas de nacimiento.
Para este obrero soldador, la contundente victoria contra Carini se produjo “porque mi hija era más fuerte y la otra más débil”.
Originaria de un pueblo pobre a casi 300 kilómetros de Argel, la boxeadora argelina Imane Khelif, objeto contra su voluntad de una polémica de género en los Juegos Olímpicos de París 2024, ha superado numerosos obstáculos y prejuicios en un país donde las mujeres no pueden practicar esta clase de deportes.
Con el pelo trenzado y un físico imponente con su 1.79 m de altura, Imane, de 25 años, un mes antes de los Juegos contó con voz suave y a menudo sonriendo su historia, en forma de cuento de hadas, en el canal público francófono Canal Algérie.
“Nuestro pueblo estaba a unos 10 km del centro de la ciudad (de Tiaret, 280 km al suroeste de Argel). Yo iba del pueblo a la ciudad. De la ciudad a la capital. De la capital al extranjero”, confiesa.
Fuerte atléticamente, ella jugaba al fútbol con los niños de su pueblo de Biban Mesbah, pero su capacidad para correr más rápido que ellos a veces le generaba peleas en las que respondía con golpes, lo que la llevó al boxeo.
“Vengo de una familia conservadora. El boxeo no era un deporte muy popular entre las mujeres, especialmente en Argelia. Fue difícil”, explicó a la cadena local Canal Algérie un mes antes de los Juegos Olímpicos.
Además de los prejuicios en su contra, Imane también luchó para financiarse sus desplazamientos desde su pequeño pueblo a la ciudad de Tiaret y después los casi 300 kilómetros que la separan de la capital, Argel. De adolescente, la boxeadora comerció con chatarra y su madre vendió cuscús que preparaba en casa.
En un inicio, su padre Omar Khelif no aprobó su decisión de dedicarse al boxeo, pero ahora sigue con entusiasmo la carrera de su hija, aunque en un principio le costó aceptar que se subiera a los rings.
Imane “tiene una fuerte voluntad para el trabajo y el entrenamiento”, subraya Omar Khelif a AFP. “Su pasión fue el deporte desde pequeña. En todos los demás deportes, siempre iba en cabeza, en el atletismo y en el fútbol”.
En 2022, Imane confió a la agencia argelina APS que había pensado en dejar el boxeo: “Porque mi familia no aceptó la idea y porque la sociedad veía que yo estaba haciendo algo malo”.
Pero “todas estas barreras me hicieron más fuerte y fueron una motivación adicional para lograr mi sueño”, añadió.
Su carrera internacional despegó con su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021, en la categoría de peso ligero (-63 kg), donde obtuvo el quinto puesto, tras ser derrotada en cuartos de final por la irlandesa Kellie Harlington.
“Todo cambió para mejor, especialmente cuando la bandera de mi país ondeaba y su himno sonó en muchos países del mundo”, explicó.
En 2023 alcanzó las semifinales del Mundial de Nueva Delhi, antes de ser descalificada tras pruebas de elegibilidad de género organizadas por la Federación Internacional de Boxeo (IBA).
Después de su victoria de octavos de final en París 2024 contra la italiana Angela Carini, Imane fue blanco en las redes sociales de una campaña de odio y racismo, donde publicaciones especialmente atribuidas a la extrema derecha insinuaban que ella era “un hombre combatiendo contra mujeres”.
El COI apoyó su presencia en París 2024, así como la de la taiwanesa Lin Yu‑tin, que también tiene hiperandrogenismo.
“Todas las competidoras respetan las reglas de elegibilidad para las competiciones”, insistió Mark Adams, portavoz del COI, añadiendo que “está establecido que son mujeres”.
“Todas estas polémicas le dan fuerzas para seguir adelante”, afirmó su entrenador, Mohamed Chaoua, tras su victoria ante la italiana.
La misma emoción se vive estos días en el club deportivo de la Protección Civil local, donde Imane se inició en su deporte.
Un grupo de chicas de todas las edades calientan y saltan a la comba antes de su sesión de entrenamiento bajo la dirección del preparador Abdelkader Bezaïz.
“Le deseamos todo lo mejor. Es realmente la deportista que nos ha hecho sentir orgullo. Ha honrado la bandera nacional. Es nuestro modelo a seguir”, reconoce Zohra Chourouk, de 17 años, antes de que todo el grupo se una para entonar un “¡Buena suerte!” en su honor.
El entrenador también quiso enviarle un mensaje desde el club en el que Imane debutó. “Le digo que no se moleste por las críticas que circulan por las redes sociales. Su objetivo es claro: confundirla y hacerle olvidar por qué vino a los Juegos Olímpicos”.
Omar Khelif posa feliz ante la cámara, con los puños cerrados y levantando sus musculosos brazos en señal de victoria y de ánimo para su hija, de quien ahora es su máximo admirador.
“Imane es un ejemplo de mujer argelina. Es una de las heroínas de Argelia. Si Dios quiere, nos honrará con una medalla de oro e izará la bandera nacional en París”, augura. “Ese ha sido nuestro único objetivo desde el principio”.