A los niños muy chicos les encanta que les cuenten el mismo cuento una y otra vez . Les tranquiliza conocer la historia: que Caperucita se encontrará con el lobo, que cogerá el atajo, que qué boca más grande tienes, abuelita, que es para comerte mejor. Es la única forma de que duerman tranquilos, arrulladitos por el sonido amoroso de una historia que les resulta familiar, sin sobresaltos. Sabiendo con certeza quiénes son los buenos, quiénes los malos y conociendo el invariable final (feliz, por supuesto). Si tratan de contarles otro diferente, no habrá manera de dormirles. Saber, con absoluta seguridad, qué es lo que va a pasar a continuación, y cuál será el desenlace, les hace sentir que el...
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