Tras certificar los primeros casos de silicosis por manipular este material en el Reino Unido, médicos especialistas proponen simultáneamente en varias publicaciones científicas que se proteja la salud de los trabajadores como han hecho las autoridades australianas desde principios de julio
Hemeroteca - El marmolista con silicosis que cambió sus dos pulmones de piedra con 34 años: “Era operarme o morir lentamente”
Reino Unido se acaba de unir a la lista de países que, desde el año 2010, han notificado casos de silicosis cristalina en trabajadores de la industria de las encimeras de cocina fabricadas con piedra artificial, también llamada genéricamente cuarzo. A los afectados por esta grave enfermedad pulmonar en España, Israel, Italia, Estados Unidos, China, Australia y Bélgica se suman ahora ocho trabajadores británicos que trabajaban en el corte y pulido de las encimeras antes de su instalación, lo que lleva a los especialistas a pedir su prohibición.
La edad promedio de los afectados en Reino Unido era de 34 años, todos ellos trabajaban para pequeñas empresas con menos de 10 empleados y su exposición acumulada media al polvo de esta piedra fue de 12,5 años, según se publica este miércoles en la revista Thorax. De ellos, dos fueron evaluados para trasplante de pulmón, tres fueron diagnosticados con enfermedad autoinmune y dos fueron tratados por infección pulmonar oportunista causada por microbacterias no tuberculosas.
A partir de estos datos, los autores del estudio defienden que el Reino Unido y la Unión Europea deben seguir el ejemplo de Australia, que desde el 1 de julio de 2024 ha prohibido la fabricación y manejo de las encimeras de cocina fabricadas con este material. Esta forma grave y rápidamente progresiva de silicosis está impulsada en gran medida por el alto contenido de sílice de la piedra artificial (más del 90%) en comparación con el mármol (3%) y el granito (30%), y el polvo fino que genera al cortarlo. Cuando se preparan las encimeras para su instalación, a menudo se cortan en seco y se pulen con herramientas manuales sin utilizar agua para suprimir la generación de polvo, lo que aumenta aún más el volumen de polvo fino, explican los autores.
En España, al menos 1.856 trabajadores desde 2007 a 2019 han contraído silicosis, según los partes de enfermedades profesionales notificadas al CEPROSS (el sistema de comunicación de enfermedades profesionales). Tal y como ha venido informando elDiario.es Andalucía, la empresa española Cosentino, uno de los grandes productores mundiales de este material, fue condenada por no advertir durante años del riesgo a los trabajadores de una marmolería de Vigo y ha sido absuelta en otro juicio por circunstancias similares. La compañía, que también ha abonado indemnizaciones a trabajadores propios o de otras marmolerías enfermos de silicosis con una cláusula de confidencialidad, defiende que sus materiales son seguros si se trabajan con las medidas de protección adecuadas, y que la prevención se ha incrementado notablemente en los últimos años.
Para valorar con rigor sobre los riesgos acumulativos de esta exposición, los autores de los nuevos estudios aportan un artículo de metaanálisis en el que han revisado por primera vez la evidencia disponible publicada hasta finales de febrero de 2023. A partir de 52 estudios de 8.792 casos de silicosis en Reino Unido basados en radiografías, resultados de exámenes post mortem y certificados de defunción por silicosis, que abarcaran un periodo promedio de más de 20 años, los autores concluyen que reducir a la mitad la exposición acumulada de 4 mg/m³ (equivalente a 40 años de trabajo con 0,1 mg/m³) a 2 mg/m³ (equivalente a 40 años de trabajo con una intensidad de 0,05 mg/m³) conllevaron una reducción del riesgo del 45%, una prueba de la necesidad de restringir su uso.
“El mercado [de la piedra artificial] está dominado por pequeñas empresas en las que se ha demostrado que la regulación es difícil de implementar”, argumentan los autores. “Además, al menos algunos fabricantes de encimeras pueden no proporcionar información técnica adecuada relacionada con los riesgos potenciales”, añaden, como demuestra el hecho de que ninguno de los ocho trabajadores británicos sabía que en el lugar de trabajo se estuviera controlando activamente el polvo en suspensión. Por otro lado, señala Christopher Barber, médico de los Hospitales Universitarios de Sheffield, en un tercer artículo editorial, “muchas de las personas en riesgo de padecer este tipo de silicosis son trabajadores inmigrantes cuya primera lengua no es el inglés, que pueden tener una comprensión deficiente de los riesgos para la salud y un acceso limitado a la atención médica”.
Muchas de las personas en riesgo son trabajadores inmigrantes, que pueden tener una comprensión deficiente de los riesgos para la salud y un acceso limitado a la atención médica
“Incluso tras el cese de la exposición, se ha observado progresión de la enfermedad en más del 50% de los casos a lo largo de [una media] de 4 años, sostienen los autores. ”Por tanto, la prevención de la enfermedad es fundamental“, subrayan. Si bien no se conoce el número de trabajadores expuestos al polvo de sílice, la experiencia mundial indica que es probable que los casos aumenten significativamente en los próximos años, señalan.
“Creemos que esta propuesta [de prohibición] es proporcionada y protegería la salud de los trabajadores europeos y de otros trabajadores de todo el mundo, al tiempo que anima a la industria a seguir desarrollando productos más seguros”, señalan otros tres investigadores en un artículo publicado simultáneamente en la revista Occupational & Environmental Medicine, también del grupo BMJ. En este nuevo texto, los autores consideran que existe una epidemia global de una enfermedad asociada a estos nuevos materiales, lo que ha provocado muertes prematuras, a menudo en trabajadores vulnerables, lo que justifica las restricciones.
“Por ejemplo, podría haber una prohibición inicial de productos que contengan más del 30% de sílice cristalina, pasando a una prohibición de más del 5% después de cinco años”, proponen. “El contenido del 5% se elige arbitrariamente y nuestro enfoque gradual sugerido debería permitir que se recopilen más pruebas para determinar en qué porcentaje debería estar el nivel de corte seguro real”. “Mientras tanto —concluyen— se deben tomar todas las medidas de control posibles para mantener la exposición lo más baja posible”.
Cristina Martínez, experta en silicosis y miembro del área de enfermedades respiratorias de origen medioambiental de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), es una de las médicas que documentaron los primeros casos en España en 2020. Por eso valora este grupo de estudios de médicos británicos muy positivamente, aunque cree que llega con mucho retraso. “Por fin abren los ojos sobre lo que decíamos todos nosotros”, asegura en declaraciones a elDiario.es.
Hace más deuda década Martínez trabajaba en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) cuando recibió a una familia del País Vasco que trabajaba en el negocio de las encimeras, a los que diagnosticaron con silicosis cristalina. “Eran los primeros casos y lo publicamos en la literatura clínica, y ya llamamos la atención de que había que tener un cuidado especial con este material”, recuerda.
“Luego vimos que cada vez salían más casos a nivel nacional, e incluso fuimos a hacer un estudio a la fábrica de Cosentino en Almería. Curiosamente, vimos que la peligrosidad no era tanto en la fábrica, porque ellos fabrican tableros y lo tienen muy automatizado y con medidas de prevención; el problema era que luego estos tableros llegaban a pequeñas empresas y coincidió con el boom de la construcción en Andalucía”.
Es lo que ya sabemos aquí desde hace años, me alegro de que también se den cuenta, pero ellos tienen 8 casos y nosotros tenemos 96 publicados
Sobre los hallazgos en Reino Unido cree que son positivos pero nada novedosos. “Es lo que ya sabemos aquí desde hace años, me alegro de que también se den cuenta, pero ellos tienen ocho casos y nosotros tenemos 96 publicados”, señala. Respecto a la petición de prohibición, recuerda que es un material peligroso porque tiene el 90% de sílice y debería haberse aplicado el principio de precaución antes de aprobar su uso, y ver si su utilización está justificada por los beneficios. En cualquier caso, Martínez cree que en España harían falta más datos para tomar la medida con certidumbre.
En este sentido, desde la SEPAR están trabajando en la puesta en marcha de un registro a nivel nacional para saber exactamente cuál es la situación actual, anuncia. “Supongo que deberíamos tener más datos, hacer un estudio más riguroso de qué medidas se están tomando y de cómo se está atendiendo a estas personas, antes de decidir prohibir el material”, concluye.