Brasil es siempre una fiesta, en las gradas del Stade Vélodrome de Marsella con su gente luciendo los colores verde y amarillo, sus constantes cánticos alegres y la pancarta 'Caipirinha is better than sangria' como provocación a las españolas, pero también con su juego en el terreno de juego. No hubo tanto 'jogo bonito' como intensidad y dureza en el césped, aunque los 11 mil espectadores bailaron al ritmo de sus jugadoras.
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