El único que miente sobre el resultado de las elecciones venezolanas del 28 de julio es Maduro. Un farsante, pelele de Cuba, cuyo rostro dice que tiene las horas contadas
Si los amigos ideológicos del régimen están dudando de los votos ‘ganadores’, que propagó el obediente CNE, algo se mueve en contra de la dictadura bolivariana. La ONU, la OEA y la UE reclaman claridad de los resultados. Hay que decirles a esas instancias internacionales que el conteo de votos está más que claro. Revisen las actas oficiales de las treinta mil y pico de mesas electorales, y verán que el partido de Edmundo González Urrutia/María Corina Machado ganó por amplia mayoría. ¿Qué esperan para reconocer a Edmundo como el nuevo presidente electo?
Solo los países enemigos de las democracias occidentales han aceptado públicamente que Maduro ganó: China, Rusia, Irán, Cuba, Nicaragua y Turquía. Mientras que los afiliados al Grupo de Lima han reconocido a Edmundo como el nuevo presidente de Venezuela: Perú, Argentina, Panamá, Chile, Uruguay, Costa Rica y República Dominicana. Estos hasta ahora.
La diferencia en votos es abrumadora (70% EGU a 30% NM), tal vez más aún. Son muchos millones de votos de ventaja. El régimen fraudulento ha hecho trampa, pero se le ve el truco. De hecho, fraguó el fraude muchos meses antes al poner trabas para que los más de 5 millones de venezolanos en el exterior, con derecho a votar, no pudieran hacerlo. El régimen sintió el escalofrío de la derrota. Si esos millones de la diáspora hubieran podido votar, la ventaja hoy sería aún mayor que la obtenida.
Los tres grandes, México, Brasil y Colombia, maquinan para que se forje un pacto de transición. Está por ver si esa dudosa maniobra prospera. Las naciones europeas, todas en la órbita democrática occidental, siguen pensándolo. La alta autoridad de la diplomacia de la UE, el socialista Borrell, pide que muestren las actas, porque ‘parece que ganó la oposición’, afirma. No ‘parece’, ministro Borrell, ganó. Esos documentos ya los ha publicado el ganador Edmundo y son la prueba de que ganó en todos los estados que conforman Venezuela. Ni en uno ganó Maduro, señor Borrell, mire esas actas y no siga de perfil ayudando a su compañero de partido Zapatero, que también guarda un silencio cómplice. ¿Por qué no habla Zapatero defendiendo a su protegido Maduro? En ese escenario europeo, España da vergüenza con su tibieza. Desde el Vaticano, el papa Francisco sigue en su limbo particular, pidiendo paz. No señala a los que han roto la paz. Hay que escuchar que el Banco Vaticano guarda los millones de Maduro y otros jerarcas chavistas, según Jaime Bayly en su TV.
El desenfreno de la derrota ha llevado al régimen cubano-bolivariano a extremar la represión. Sus brazos ejecutores son delincuentes comunes armados y asesinos callejeros. Una milicia paramilitar financiada por la dictadura. Reforzada ahora con fuerzas mercenarias extranjeras. Es la muestra del terror, especialidad cubana heredada del soviet soviético. Decenas de ejecutados y miles de apresados en esta primera semana de alta venganza contra el pueblo, que les arrasó con votos. Ellos responden con balas. Tal crueldad es signo de su miedo a perder el poder. Un cuarto de siglo de oprobio, maldad y latrocinio.
Ante esta ola asesina, un malestar se empieza a mover en los cuarteles. Las FF AA venezolanas, penetradas y controladas por el G2 cubano, tienen poca capacidad de maniobra, pero la oficialidad media, que estuvo a pie de las urnas de votación, también sabe que ganó Edmundo. Falta que tenga el coraje de levantar su voz y cuadrarse al lado del presidente electo, que ahora es su nuevo comandante en jefe.
Llegó la hora de la justicia y la verdad. Lo que procede es que Maduro entregue el poder y el movimiento bolivariano pase a ocupar el lugar que le corresponda: la oposición, y que sus líderes paguen por los delitos cometidos. La Providencia tarda, pero llega.
Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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