Hace menos de una semana que el Gobierno de Israel, presidido por Benjamin Netanyahu, llevó a cabo dos ataques en los que asesinó, primero, al número dos de Hizbulá, Fuad Shukr, y, después, al líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, con un ataque aéreo en Teherán solo unas horas después de la toma de posesión del nuevo presidente iraní Masud Pezeshkian.
El asesinato del líder de la banda terrorista palestina de Hamás se perpetró con un proyectil que impactó contra la habitación donde dormía junto a uno de sus guardaespaldas, algo que volvió a demostrar que Israel es capaz de burlar los sistemas defensivos iraníes, ya que el pasado 19 de abril demostró haber atacado una base militar.
Desde entonces, la tensión ha ido en aumento, más aún desde que Hamás prometió que la muerte de su líder "no quedará impune". “El combatiente mártir Ismail Haniye, líder del movimiento, perdió la vida tras participar en la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente de Irán (Masud Pezzeshkian) en un traicionero ataque de los sionistas (israelíes) a su residencia en Teherán”, indicó un comunicado de Hamás, según informó la agencia iraní Tasnim.
Desde entonces, Estados Unidos se ha estado preparando para los ataques represivos contra Israel, algo que, según recoge 'EuroNews', Matthew Levitt, politólogo del Instituto de Washington sobre Política para Oriente Medio, es seguro que ocurrirá. "Cualquiera que les diga que sabe exactamente cómo será la respuesta, les está mintiendo. Pero habrá una respuesta", sostiene el politólogo en el citado medio.
Además, el profesor sostiene que para el partido Hizbulá, un conflicto bélico total podría llegar a tener terribles consecuencias en el Líbano, algo que no les interesa. "Para Hezbolá, la crisis económica, incluso más que la crisis política, ha creado una situación en el Líbano en la que casi nadie quiere una guerra total que traería consigo el tipo de destrucción que haría que la vida allí fuera aún peor de lo que es ahora", sostiene el profesor en el mismo medio.
Sin embargo, según apunta 'elEconomista', estas no serían las únicas consecuencias de una guerra total, dado que traspasarían las fronteras y llegarían a afectar a Europa, ya que un conflicto bélico de estas características en Oriente Medio "supondría un shock de oferta, con aumento de los precios de la energía, fundamentalmente petróleo y gas", produciendo un crecimiento de la inflación y una caída del PIB, es decir, un descenso del crecimiento económico.
Y es que Europa es uno de los principales importadores de gas y pretóleo procedente de Oriente Medio, por lo que, a diferencia de Estados Unidos que exporta estas materias, las consecuencias económicas serían mucho mayores para el viejo continente.
Así, a pesar de la menor dependencia europea del petróleo en comparación con los años 70, la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia ya han elevado los precios de la energía, por lo que un conflicto extendido en Oriente Medio podría causar un aumento de la inflación y una caída del crecimiento económico. Además, la tensión geopolítica beneficiaría a Rusia y a China y aumentaría el riesgo de atentados en Europa. Por ello, todos los ojos están puestos en los esfuerzos diplomáticos para evitar una escalada mayor que tendría grandes consecuencias para todo el mundo.