Saúl Craviotto (Lleida, 1984) es uno de los grandes rostros a seguir por los aficionados españoles en los Juegos de París. Junto a sus compañeros Carlos Arérvalo, Marcus Cooper y Rodrigo Germade compite este martes en las series del K4-500, una de las grandes opciones a medalla del piragüismo español. Para él, oro en Pekín, plata en Londres, oro y bronce en Río y plata en Tokio, sería el sexto metal olímpico, récord absoluto para cualquier deportista español en toda la historia. Un objetivo más que ilusionante. «Venimos con las mejores cartas en la mano, pero siempre hay incertidumbre. Llegue o no llegue esa sexta medalla, me iré con la cabeza alta», asegura apocas horas del estreno. -¿Cómo afronta el reto de París? -Sigo pensando que es un sueño hecho realidad. Si cuando empecé me llegan a decir que estaría peleando por ir a mis quintos Juegos o por ganar una sexta medalla, pues no me lo creería. Mi sueño siempre fue ir a unos Juegos, con eso ya hubiese firmado lo que hiciera falta. Así que estoy viviendo un sueño y dando mucha caña. Hemos entrenando como bestias en esta recta final. De lunes a sábado, unas seis horitas, más o menos, entre mañana y tarde. Apretando la vuelta de tuerca necesaria para intentar llegar en el punto óptimo a la final, a ese 8 de agosto en el que esperamos dar una alegría a España. Al menos vamos a intentarlo. -¿Cuál es la receta del éxito para lograr esa sexta medalla? -Yo creo que no hay ninguna receta como tal, pero sí muchos ingredientes necesarios, muchas variables a tener en cuenta. Lo principal es tener la humildad suficiente para dejarte ayudar. Rodearte de un buen equipo, saber delegar y centrarte en tu parcela confiando en tu entorno. Tu entrenador, el nutricionista, el fisio, los compañeros, la familia… Todo. Que cada uno cumpla en su parcela, que todo esté en su sitio y encaje. Esa es una de las claves, pero hay muchas más. Evidentemente, tener constancia, capacidad de sufrimiento… Hay cosas que dependen mucho de uno, pero el mayor trampolín es tener humildad para dejarse ayudar en cada parcela que lo necesitas. -¿Qué ha cambiado entre el Saúl que acudió a unos Juegos por primera vez en Pekín al actual? -Supongo que mucho. La personalidad se va forjando con los años. Me han pasado muchas cosas buenas y malas. Hay familia de por medio, hijas… Es una evolución. Han pasado 16 años y noto que el tiempo pasa volando. Intento tener muy presente al Saúl de Pekín, e incluso al anterior. Mi carrera deportiva empezó mucho antes. Me acuerdo de mis inicios, de Lleida, de estar ahí con mi padre entrenando, de las competiciones regionales… Trato de no perder la esencia de lo que es el deporte, el piragüismo. Estar en contacto con todo eso hace que no pierda el norte, que tenga los pies en el suelo. -¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje en este recorrido? -Tener siempre desafíos. Eso es lo que te da la chispa para el deporte y para todo. Tener un propósito es lo más difícil. El paso número uno del éxito es tener claro hacia dónde quieres ir. Ponerte manos a la obra e ir a entrenar, alimentarte bien… Ahí puedes tener más o menos constancia, hacerlo mejor o peor. Pero tener claro hacia dónde quieres ir, ya sea en el deporte, en el trabajo o en los estudios, es donde realmente deberíamos poner el foco. Y es justo donde la gente suele ir como pollo sin cabeza. Yo recomiendo tomarse el tiempo que haga falta, hasta un año sabático si es necesario, porque una decisión errónea puede marcar tu vida. Yo soy piragüista gracias a que con 15 años decidí ir al equipo nacional, pero estuve a punto de no ir. Si en ese momento hubiese tomado una decisión diferente, ahora no estaríamos aquí. La vida son decisiones y hay que tener muy claro hacia dónde quieres ir. -¿El séptimo puesto del pasado Mundial fue un toque de atención? ¿Sus compañeros y usted lo han olvidado o lo tienen muy presente para evitar que se repita? -No negaré que no nos lo esperábamos, pero a veces va bien darte un pequeño golpe. Tener un pequeño fracaso. Es necesario para sacar tu mejor versión. El mejor Saúl siempre ha venido después de no clasificar en una competición, de pasar una lesión o un momento negativo. De no haber visto la salida. Cuando chocas una y otra vez contra un muro es cuando paras y tocas la tecla de reseteo. Te preguntas qué está pasando, qué estás haciendo mal… Los fracasos son muy buenos. También sirven para saber a quién tienes a tu alrededor. El éxito tiene muchos amigos, pero cuando fallas te quedan los cuatro que te apoyan siempre. En el Mundial quedamos séptimos, pero muy cerquita del tercero. Fue un pequeño rapapolvo, un aviso que sirvió para agitar el avispero. Ahora estamos más tensos. -Porque a París se va a por medalla o no se va… -Claro. Yo no concibo ir a unos Juegos pensando en quedar quinto. Yo voy a por medalla, voy a por el oro. -¿Cómo han sido estos últimos meses? ¿Cuál ha sido la planificación? -Hemos ido mezclando semanas de carga y de descarga. Es el entrenador quien ha llevado toda la planificación al milímetro y yo tengo fe ciega en él. Siempre nos ha hecho llegar bien a las citas olímpicas. Miguel García hace magia. Magia pura y dura. Y yo, como los caballos. Me pongo las anteojeras y voy donde me diga mi jefe. Yo soy marinero y él es el patrón. -¿Y después de los Juegos? -Ahora no me lo planteo. Haré lo de siempre: no tocar una piragua en un mes, desintoxicarme y descansar muchísimo. Dejaré pasar el tiempo con mi familia y después analizaré y pondré todo en una balanza. Tengo tres hijas pequeñas y muchos condicionantes. Ya veremos. Físicamente me encuentro bien, pero el que manda es el cronómetro. Por muy fuerte y ágil que me sienta, ¿dónde voy si soy lento? Pero si el crono dice que estoy todavía en tiempos de pelear… No me atrevo a decir nada. Es todo psicológico, manda la cabeza. -Y ese mes que desconecta de la piragua, ¿qué le gusta hacer? -En realidad lo hago a diario. Yo soy piragüista seis o siete horas al día, pero luego me voy a mi casa. Creo que una de las claves de mi longevidad en este mundo es que siempre he tenido un plan B, otras inquietudes al margen del piragüismo. Desde que aprobé las oposiciones a Policía, con 19 años, he tenido esa intención de no poner todas las cartas en el mismo lugar. Con el paso del tiempo he hecho inversiones inmobiliarias, en restaurantes… Tengo mil historias que me permiten no hablar de piragüismo al entrar por la puerta de casa. Es positivo saber desconectar. A veces mi mujer me saca el tema a la hora de cenar y le pido hablar de otra cosa. El piragüismo es exigente y me pone nervioso. Intento no hablar demasiado de ello, sobre todo cuando se acerca la noche. -Hablaba de su longevidad. ¿Ejerce de hermano mayor de sus tres compañeros? ¿Impone algo de templanza ante tanto ímpetu? -Al segundo le saco casi ocho años. Yo creo que el resto sí me ve como esa figura, pero dentro de la piragua somos todos igual de importantes. No hay egos ni historias. Tenemos un feeling increíble y eso ayuda mucho. -¿París serán los Juegos del piragüismo español? -Una cita así es incierta. Pueden pasar muchas cosas, pero desde luego que la cosa pinta muy bien. Tenemos buenas opciones en todas las modalidades, embarcaciones que están sacando medallas en mundiales y europeos… Tiene pinta, sí.