La inminente llegada de Carles Puigdemont a España traerá consigo, previsiblemente, su inmediata detención, en cumplimiento de la orden del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena , que es quien lo investiga. Aunque se trata de un golpe de efecto para interferir en la previsible investidura de Salvador Illa como presidente de la Generaliat, no se espera que la tensión política que seguirá al arresto se traslade también a las calles, según fuentes de los servicios de Información consultadas por ABC. El primer momento crítico se producirá con la propia detención, que en principio harán los Mossos d'Esquadra en sus funciones de Policía Judicial, si es que Llarena, por alguna razón, no ordena otra cosa. Los Mossos son una Policía integral en Cataluña y por presencia lo normal es que sean ellos los que actúen, aunque al haber una orden de detención en teoría lo hará el primer Cuerpo que lo localice. La incógnita es si Puigdemont opta por una entrada en España de perfil bajo, lo que facilitaría mucho el trabajo de los agentes, o decide por el contrario montar en la frontera un acto multitudinario, lo que complicaría mucho su actuación inmediata por las dificultades de acceder hasta él. La Policía quiere evitar en todo caso que el arresto se convierta en un espectáculo . Hay otra posibilidad, y es que intente burlar la vigilancia de las Fuerzas de Seguridad para presentarse por sorpresa en el Parlamento catalán, pero es más remota porque se trata de una persona a la que se le siguen los pasos muy de cerca. Si a pesar de todo esa circunstancia se produce, habrá que ver el papel que juega el presidente de la Cámara catalana, Josep Rull . La Policía intentará que el arresto sea lo más discreto posible para reducir al mínimo el riesgo de incidentes y trabaja desde hace tiempo para que ese sea el escenario. Son conscientes de que unas imágenes 'duras' podrían derivar no ya en una gran polvareda política , sino en incidentes en las calles, y eso es algo que se quiere evitar a toda costa. Tras la detención se abren dos opciones: que el expresidente de la Generalitat sea llevado directamente a Madrid para que Llarena le tome declaración y decida sobre su situación, o que previamente pase por el juzgado de guardia , siendo su titular el que primero decida qué hacer con él. Dado que a Puigdemont se le acusa de un delito de malversación agravada, no amnistiable y penado con hasta 12 años de prisión , y que está más que demostrado el riesgo de fuga, no sería extraño que fuese enviado a prisión. Eso desencadenaría una cascada de recursos de su abogado pero también un aumento de la crispación del clima político, lo que puede tener consecuencias tanto en Cataluña como en Madrid. Aunque las precauciones son máximas, pues las Fuerzas de Seguridad trabajan siempre con la hipótesis más desfavorable, lo cierto es que hay una cierta tranquilidad porque no se está detectando una movilización significativa de los sectores más radicales del independentismo. Según los análisis policiales que se hacían hasta ayer, es previsible que las movilizaciones que se produzcan sean de baja intensidad y poca o nula violencia, sin que eso quiera decir que no se vayan a producirse situaciones puntuales «desagradables» . Según estas estimaciones el momento más crítico se puede producir no ya al materializarse el arresto de Carles Puigdemont , sino durante la investidura, cuando a las protestas por la detención se unan también las de los sectores más duros del secesionismo contra ERC por su 'traición' al apoyar a Salvador Illa. En todo caso, hay que insistir, no se esperan movilizaciones de calado. De hecho, en las redes sociales de grupos independentistas radicales como los CDR tampoco se ve una gran actividad . Desde hace años el movimiento independentista, profundamente dividido, ha perdido mucha capacidad de convocatoria. Sólo si se produce alguna imagen impactante que funcione como catalizador para la movilización de amplios sectores variaría este escenario.
