¿Alguna vez te has preguntado qué secretos esconde ese objeto tan cotidiano que utilizamos a diario para refrescarnos? Detrás de la inocente apariencia de una alcachofa de ducha se oculta un universo microscópico fascinante y, en ocasiones, un poco repugnante. Un mundo donde millones de microorganismos libran una batalla constante por la supervivencia y que merece que le dediquemos un poco de atención. Imagina la alcachofa de tu ducha como una pequeña ciudad medieval, húmeda y cálida, llena de callejuelas estrechas y rincones oscuros. Un laberinto de tuberías y orificios en el que habita una gran variedad de microorganismos. Por esas angostas callejas conviven en una armonía caótica, formando una comunidad microbiana única, bacterias, hongos y virus. Todos ellos han encontrado en nuestro baño el lugar perfecto para vivir y reproducirse. Las bacterias son, sin duda, las más numerosas y diversas. Desde las conocidas E. coli, que escapan de nuestros intestinos, hasta las Pseudomonas, amantes de la humedad y capaces de formar biopelículas deslizantes y pegajosas. Biopelículas que actúan a modo de escudos protectores, resguardando a las bacterias de los peligros externos y facilitando su supervivencia. Los hongos son microorganismos filamentosos que encuentran en la alcachofa un festín de nutrientes, como pueden ser restos de jabón y champú. Allí forman colonias ramificadas que se adhieren tenazmente a las superficies, creando un aspecto blanquecino y viscoso. Una biopelícula es una comunidad de microorganismos, principalmente bacterias, que se adhieren a una superficie y que se envuelven en una matriz pegajosa producida por ellas mismas. Esta matriz, compuesta por sustancias como proteínas, polisacáridos y ácidos nucleicos, les proporciona protección y les permite comunicarse entre sí. La primera fase en la formación de una biopelícula es la adhesión, básicamente consiste en que las bacterias nadan libremente en el agua hasta que encuentran una superficie adecuada, como puede ser el interior de la alcachofa, a la que se aferran gracias a unas estructuras bacterianas llamadas pili. Una vez adheridas, las bacterias comienzan a producir la matriz extracelular, una sustancia pegajosa que las une entre sí y aumenta su adherencia a la superficie. Poco a poco la biopelícula va creciendo, la matriz se vuelve más gruesa y compleja, formando canales que permiten la circulación de nutrientes y la eliminación de desechos. Cuando las condiciones ambientales se vuelven desfavorables, algunas bacterias pueden desprenderse de la biopelícula e iniciar una peregrinación que las lleva a colonizar nuevos lugares. Por todo ello, nos es fácil entender que las biopelículas de las alcachofas se puedan convertir en un serio problema para nuestra salud, ya que las bacterias que hay en ellas se vuelvan más resistentes a los desinfectantes y a los antibióticos, ya que la matriz las protege. A pesar de que lo hemos descrito nuestra alcachofa de ducha como una comunidad armónica, la vida en ella es compleja y existe una lucha constante por los recursos. Las bacterias compiten por el espacio y los nutrientes, los hongos expanden sus colonias y los virus buscan nuevas células a las que infectar. A todo esto, hay que añadir el agua caliente y el jabón que utilizamos para limpiar nuestros cuerpos, los cuales crean un ambiente dinámico y cambiante, favoreciendo la proliferación de microorganismos. Así que ya sabe, la próxima vez que se duche recuerde que no está solo, que millones de microrganismos le observan desde las alturas.