La reglamentación de una parte de la Ley de Bases es un paso muy importante para consolidar la mejora fiscal y reducir sobrecostos de regulaciones mal diseñadas o directamente innecesarias. Pero esas reformas impactarán en la economía en forma paulatina. También el BCRA dispuso una flexibilización en algunas restricciones del cepo, un paso bienvenido porque había habido pocos avances al respecto desde que se regularizara con los BOPREAL la deuda heredada con los importadores.
Sin embargo, la coyuntura se ha complicado. La economía sufre un shock externo negativo: caída en los precios de los principales productos de exportación del agro de entre 15% y 20% desde noviembre de 2023, y depreciación de las monedas de algunos países vecinos. Por ejemplo, el real brasileño se depreció 12% en términos reales tomando como base de comparación el mes de noviembre pasado, el peso chileno 9% y el peso mejicano 6%. A eso se suman las recientes turbulencias en el mercado mundial que han aumentado, entre otros, el riesgo país de los países emergentes.
Además, el BCRA no pudo comprar reservas en los meses de junio y julio y el staff report del FMI sugirió que el tipo de cambio real de equilibrio era el de finales de marzo, mucho más débil que el actual.
Los indicadores financieros empeoran a pesar de las reformas
En ese contexto, el Gobierno anunció la fase 2 del programa económico. Por un lado, se decidió esterilizar los pesos que se emitan por las compras en el mercado oficial vendiendo divisas en el Contado con Liquidación. Además, se acortaron los plazos de pago a las importaciones. Ambas medidas ayudan a descomprimir la brecha cambiaria porque había algunas importaciones que no podían financiarse con los proveedores del exterior a los plazos anteriores, pero al costo de reducir la acumulación de reservas y, por lo tanto, presionar al alza el riesgo país por razones idiosincráticas.
Para contrarrestar ese efecto negativo el Gobierno anunció que consiguió el financiamiento para hacer frente a los tres próximos vencimientos de deuda soberana en manos privadas (hasta enero de 2026) por medio de un Repo con garantía de títulos públicos cuyos detalles no se han publicado todavía. Según trascendidos periodísticos se estaría trabajando también en adelantar una parte del ingreso de divisas de exportaciones proyectado para el futuro cercano y algún otro Repo con garantía de oro. En caso de concretarse estas medidas podrían ser una suerte de puente hasta que ingresen los dólares del blanqueo y de inversiones externas en el marco del RIGI.
De todas maneras, las inversiones del RIGI demorarán en concretarse por los trámites que requiere la ley para acceder a los beneficios y por los plazos que median entre que se anuncia una inversión y se concretan los primeros desembolsos. En el caso del blanqueo el monto es incierto y en la medida en que las personas decidan depositar en una cuenta en el mercado local aporta reservas brutas por el tiempo que dure la inmovilización, pero no reservas netas.
El shock externo negativo hubiera requerido una depreciación del tipo de cambio real o una apreciación más lenta pero el Gobierno ha puesto toda su energía en lograr una reducción más drástica de la tasa de inflación.
Inercia inflacionaria, cepo y recesión
De todas maneras, es opinable que la Argentina tenga un atraso cambiario importante, al menos analizando la evolución de los salarios formales privados en dólares. En el mes de mayo, último disponible, el salario promedio medido por el RIPTE fue de u$s 973 al tipo de cambio oficial (incluso algo menos si se toma el blend o se agrega el impuesto PAIS). Si se corrigen los salarios en dólares oficiales por la inflación americana, ese valor se ubicaba en el medio del observado entre 2007 y 2008 y 20% por debajo del nivel del año 2022. En cualquier caso, los mercados no siempre reparan en los niveles de equilibrio de las variables económicas.
Adelantar ingresos de divisas es la última carta que queda para evitar negociar un nuevo acuerdo con el FMI. Basta leer el staff report para concluir que un nuevo programa requeriría una unificación de los tipos de cambio vigentes y una mayor flexibilización del cepo cambiario. Y ello generaría una reversión parcial en la tasa de inflación.
Cómo sigue la película en el segundo semestre
Las malas noticias del exterior se pueden morigerar con ahorros previos generados en los momentos de auge o accediendo a financiamiento del exterior. El populismo exacerbado del gobierno anterior no permitió acumular activos en los años de términos de intercambio récord (de hecho, se malgastaron las pocas reservas acumuladas) y una restructuración de la deuda fallida tampoco abrió los mercados de capitales como ocurre en los casos de renegociaciones mejor diseñadas.
En ese contexto de problemas de stocks acuciantes hubiera sido preferible transitar algunos meses con un tipo de cambio real depreciado (como sugerí en mi columna en El Cronista del mes de febrero). En resumen, la urgencia política por bajar más rápido la tasa de inflación nos está pasando hoy la factura.