Dicen que quién ríe el último ríe mejor y en
París el último en reír fue
Noah Lyles. El estadounidense se proclamó campeón olímpico de los 100 metros lisos en la final más igualada de la historia.
Lyles (9.79) fue cinco milésimas más veloz que
Kishane Thompson y devolvió el trono de la velocidad a
Estados Unidos 20 años después. Un varapalo para el jamaicano, que sigue teniendo la mejor marca del año (9.77) lograda en los Trials de Jamaica.
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