Muchas veces, más que esperar el momento óptimo para enfrentar ciertos desafíos, las autoridades deben pensar en encararlos en contextos distintos a los imaginados. Adicionalmente están tomando decisiones cuyo impacto tiene derivaciones que no son totalmente certeros, pero que pueden guiar para mejores resultados.
En la actualidad, esta disyuntiva es aplicable a la estrategia de eliminación de las restricciones cambiarias (cepo) y su conexión con el valor de la moneda. Un aspecto estratégico clave viene dado por la recuperación del grado de monetización en pesos de la economía que, estimamos, equivaldría a una inyección positiva a la economía en no menos de u$s20.000 millones. Este valor resulta de comparar el nivel actual de los agregados monetarios, de por sí afectadas por desincentivos a la monetización, con los promedios históricos de Argentina que, incluso, ya fueron afectados por previas pautas de comportamiento erráticas.
Una de las razones en la demora de salir del cepo es el posible impacto en la tasa de inflación cuando determinados precios se corregirían asumiendo que el tipo de cambio se ubicaría entre el oficial y el libre. Otro motivo está asociado a los riesgos de que se pierdan reservas en el corto plazo, aunque se acepte que en el mediano y largo plazo la eliminación del cepo facilitaría las condiciones para un mayor crecimiento y estabilidad. Ello sería posible si la eliminación del cepo es parte de políticas que estimulen el uso eficiente de recursos y la inversión.
Ese contexto sería consistente con un banco central acumulando reservas y un tipo de cambio "libre" estabilizado en un nivel que no surja de una alta devaluación (la moneda local tiende a depreciarse más fuertemente si existe "represión financiera" y el cepo, en definitiva, es parte de ese mecanismo perverso). Moverse decididamente en esa dirección es, además, consistente con la libertad y los derechos de las personas para la selección de formas de canalizar ahorros y el pago de sus transacciones. También lo es con el aprovechamiento de los avances tecnológicos que se están produciendo.
Los avances recientes en materia fiscal dan sustento al cumplimiento de la limitación del financiamiento al Tesoro por el BCRA. Si bien todavía hay que demostrar la sostenibilidad de los buenos resultados fiscales, las necesidades de fondos del Gobierno son manejables, considerando las proyecciones del resultado fiscal, los vencimientos de capital e intereses de la deuda y una gestión prudente del endeudamiento.
En materia institucional y regulatoria, la aprobación de la ley Bases y las otras reformas que simplifican el funcionamiento de la economía dan un marco favorable para las inversiones y la más eficiente utilización de los recursos. Con la correspondiente institucionalidad, ello permite mejorar las condiciones del financiamiento.
En el ínterin, las condiciones externas, que no controlamos, muestran un deterioro si se las compara con las existentes unos meses atrás. El dólar se apreció globalmente un 3% en términos reales desde principios de año, mientras que el real brasileño se depreció aún más en el mismo período. Con caídas promedio del 20 a 30% en el transcurso de 2024, los precios de los principales productos agrícolas están en mínimos de los últimos años. Sin embargo, existe alguna probabilidad de que ello sea un piso y los precios mejoren en futuro.
Por otro lado, hay indicaciones varias que existen stocks importantes de productos exportables sin liquidar que podrían alcanzar a u$s10.000 millones. Estos no serían monetizados total ni inmediatamente. De todas maneras, una efectiva (y duradera) señal cambiaria daría una buena razón para avanzar en ese sentido aliviando la situación de reservas internacionales y ayudando la actividad económica.
El frente monetario representa un desafío mayor para su recuperación luego de la fuerte licuación de los pasivos en pesos, del que el sector público nacional fue el principal beneficiario. El BCRA enfrenta cuestiones reputacionales e institucionales que debe resolver aclarando su rol, hoy oscilante entre autoridad monetaria y de agente del Tesoro. Persiste un grado de confusión sobre el objetivo final perseguido por el Gobierno en cuanto al papel que juega la Institución con su reflejo en el rol que aspira darle a la moneda local y las reglas específicas derivadas de ello.
Cálculos recientes presentados por el BCRA señalan que el stock de la base monetaria actual está por debajo del promedio histórico de Argentina en alrededor de 5% del PBI. Otras medidas de dinero, como los agregados M2 o M3 están con discrepancias similares con relación al promedio histórico. Esto equivale a u$s20 - u$s30 mil millones que redundarían en acumulación adicional de reservas (brutas y netas) si se observasen las condiciones para esa monetización. Ese nivel objetivo es asimilable a momentos de Argentina del pasado y bastante inferior a lo mostrado por muchos otros países.
La postergación de medidas significativas para la eliminación del cepo tiene costos asociados en términos de actividad, presiones inflacionarias y otros costos producto del propio manejo del mercado de cambios. En contraste, un avance descontrolado tiene riesgos que requieren una adecuada calibración. Obtener financiamiento podría reforzar el punto de arranque, pero no garantiza el éxito y también tiene costos. Además, de ninguna manera sustituye la implementación de medidas fundamentales que corresponden al sistema de gobernanza local.
En consecuencia, hay un camino que compatibiliza lo estratégico con una solución a los problemas apremiantes que hace sustentable el aumento de reservas internacionales motorizado por influjos comerciales y de capitales privados netos positivos. La remonetizacion de la economía y la movilización financiera de proyectos en la economía real son claves para superar escollos actuales.