La experiencia de Fernando Tuesta como experto en materia electoral lo ha llevado a participar de varias misiones de observación fuera del Perú. En Venezuela, por ejemplo, estuvo en tres ocasiones. Una de ellas con el Centro Carter, uno de los pocos organismos electorales acreditados para vigilar las elecciones del pasado 28 de julio en ese país. El especialista sostiene que el rol de observador electoral se confunde con el que cumplen políticos afines al poder de turno, invitados para ver los procesos electorales, pero sin un afán crítico, con la única misión de convertirse en propagandistas.
Antes de los comicios en Venezuela se vetó la participación de algunos candidatos, también la llegada de observadores internacionales, se impidió que votaran los venezolanos fuera del país, y es un hecho que su Consejo Electoral es de mayoría chavista. ¿Debería sorprendernos el fraude?
No debiera sorprender. Y yo he estado en tres elecciones en Venezuela y más o menos conozco cómo se manejan las cosas. A lo largo de los años del chavismo, las elecciones han sido inequitativas. Lo que ocurre ahora es la gran oportunidad que tenía la oposición de ganar y se han utilizado todos los elementos de parte del gobierno de Maduro para justificar una elección a todas luces fraudulenta.
Me decía que las elecciones en Venezuela siempre han sido inequitativas. La diferencia quizá esté en que Chávez tenía una alta votación y Maduro ha ido perdiéndola.
Claro, ese es el punto. Chávez tenía un gran apoyo, que se lograba en base al uso de los recursos públicos y el control del Consejo Electoral. Por ejemplo, Jorge Rodríguez fue en su momento presidente del Consejo Electoral y cuando dejó este organismo pasó a ser jefe de la campaña electoral de Hugo Chávez.
Vaya.
Para que veas el grado de vínculo que hay. Y él es un prominente chavista. Yo señalaba que para evaluar una elección hay una serie de criterios de estándar internacional que uno puede observar durante el proceso y no solo el día de la votación. En primer lugar, las elecciones fraudulentas se dan por lo general en situación de reelección presidencial o de un personaje directamente ligado al gobierno. Ese es el caso de Venezuela. El gobierno no deja las riendas del poder, no está al mismo nivel que los otros candidatos. Y usa todos los recursos públicos a su servicio. Uno va a Venezuela y ve la aplastante publicidad y propaganda de antes Chávez y hoy Maduro. Lo segundo es el control claro y evidente del organismo electoral. Lo tercero es la participación como operadores políticos de las fuerzas armadas. Cuatro, la represión o exclusión de los principales medios de comunicación. Cinco, normas que permiten excluir candidatos. Todos estos elementos configuran un proceso cuestionable. Ahora vamos a la jornada electoral. Hay un paso en un proceso electoral que es clave: la entrega de resultados. ¿Qué es lo que se tiene mostrar? Las actas y la totalización. Y en Venezuela lo que se tiene es un sistema de votación electrónica. Votas en una pantalla y luego te entregan una papeleta que es la garantía de que has votado en un sentido. Esta papeleta la colocas en una suerte de urna. Entonces tú tienes que el resultado de esa mesa electrónica está resguardado por las papeletas. Luego viene la transmisión de resultados. Como es electrónico, es muy sencillo, porque no se cuentan los votos manualmente, todo es muy rápido. Y esto se va a la central que lo tiene que totalizar. Lo que ocurre en Venezuela es que por lo general los resultados se entregan pasada la medianoche, en la madrugada, como ha ocurrido ahora, pero además no muestran de manera progresiva cómo van esos resultados. Y han proclamado ganador a Maduro a la medianoche. Eso no se hace nunca, por varias razones.
Primero porque solo tenían resultados al 80%, sin que el proceso terminara.
El presidente del Consejo Electoral dice que estaban al 80% de las actas, la oposición dice que solo lo hicieron al 40%. Para hacer el paralelo en Perú, tú proclamas un candidato ganador una vez que termine todo el proceso, que a su vez tiene etapas intermedias, que garantizan también, a los candidatos y partidos, interponer tachas, impugnar la votación, solicitar la nulidad, y una vez resuelto todo recién sacas proclamas al ganador y le entregas sus credenciales. Nunca habrás visto en el Perú o en ninguna parte a proclamar un ganador en la madrugada. Todo esto configura un cuadro típico de elecciones fraudulentas.
¿Cuáles son las garantías mínimas que necesita un organismo observador para trabajar en unas elecciones?
Yo he estado en Venezuela en tres oportunidades. Una de ellas con el Centro Carter, que es de los pocos organismos que ha estado en esta elección. El tema es así. Los gobiernos invitan a las instituciones que tienen experiencia en el tema de la observación electoral. Pueden invitar personas también, pero generalmente a estas instituciones. Muchas de ellas tienen un largo recorrido en la observación. Por ejemplo, la OEA, que despliega un personal muy numeroso en todo el país, a parte de sus técnicos, porque tiene una división especializada. Pero en esta ocasión no estuvo OEA. También Naciones Unidas despliega a su gente, pero en este caso están emitiendo un informe a la Secretaría General.
O sea que no es un documento público.
Claro. La Unión Europea también hace de observadora. Y finalmente está Uniore, que es la unión de los organismos electorales de toda América, que invita a sus pares. También está Idea Internacional. Son las más conocidas y las que trabajan en América Latina hace mucho tiempo. Todas estas no han ido a Venezuela. Solo ha ido el Centro Carter, que se retiró del país y emitió un comunicado diciendo que no hay condiciones para una elección democrática. Ahora en el Perú se confunde mucho a la observación electoral con las veedurías. Lo que ocurre es que el gobierno, y eso lo vi con Hugo Chávez, invita a grupos cercanos a ellos.
Por ponerlo de otra manera, ¿la participación de la congresista Portalatino o el congresista Bermejo puede ser tomado como un acto de observación electoral?
Allí voy. Eso ya lo había visto en Venezuela, con Chávez. Había un salón que parecía una asamblea universitaria, una barra brava, en la que estaban todos estos invitados. Y es lo mismo que ha sucedido ahora. O sea, no está mal que el gobierno invite a quien quiera. De hecho, muchos de nuestros congresistas viajan a elecciones invitados por sus pares ideológicos. Pero nada de eso tiene absoluta validez. Hay congresistas que dicen que han visto que esta elección es transparente, pero eso no tiene validez. Si los sometes a unas preguntas sobre el tema, lo desconocen, son propagandistas.
La última movida de Maduro es llevar este tema ante la Corte Suprema de Justicia, para que revise todo lo actuado durante la votación. Lo que teme la oposición es que la justicia venezolana congele todo ese material y nadie pueda tener acceso a él.
Acá hay un tema y es algo que debí mencionar al inicio, al enumerar ciertas condiciones: el control sobre el sistema de justicia. Eso ocurre en los países en los que hay fraude. No puedes confiar de ninguna manera en el equivalente al Poder Judicial, al equivalente al Ministerio Público. Y hay más, cuando salen a proclamar a Maduro, ellos dicen que su sistema ha sido hackeado. Pero tú tienes, por ejemplo, en el caso peruano, por un lado el sistema informático y por el otro la entrega de resultados en la página web, y no están interconectados. No es que tú entras a la página web y destruyes o manipulas el resultado electoral. Y en el caso de Venezuela siempre han dicho que su sistema es de lo mejor y el más protegido.
¿Cuánto se parece esta situación a lo que ocurrió en el Perú en el 2000?
Tiene muchos aspectos parecidos. Fui protagonista de esa época, porque a mí me eligieron jefe de ONPE después de las elecciones fraudulentas del 2000. ¿Y por qué digo eso? Uno, por el uso de los recursos públicos para la campaña. Eso ocurrió en el 2000. El control de las fuerzas armadas como operadores también ocurrió en el 2000. También manipularon la normatividad electoral, porque Fujimori no podía postular. También tuvieron control sobre los principales medios de comunicación, que fueron comprados. Hubo control sobre el sistema de justicia. Y lo que vimos fue el despliegue total de ese control. Encima tenían tomados los organismos electorales. Siete miembros del Jurado Nacional de Elecciones, un pleno completo, y otros dos, fueron conocidos cuando aparecieron los vladivideos, y obviamente trabajaban para Fujimori y Montesinos.
¿Hubo reacción de observadores en ese entonces?
Bueno, la misión de observación de la OEA, dirigida por el guatemalteco Eduardo Stein se retiró entre primera y segunda vuelta, como ahora ha hecho el Centro Carter en Venezuela. Son muy pocas veces en la historia reciente de América Latina que ocurre esto.