El mayor intercambio de prisioneros entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría se llevó a cabo este jueves, con la liberación de 24 personas de distintas nacionalidades, según confirmó Estados Unidos.
La Casa Blanca dijo que 16 de los prisioneros liberados están de regreso en Europa y Estados Unidos. Entre ellos se encuentra el periodista del Wall Street Journal Evan Gershkovich.
A cambio, ocho rusos fueron liberados de prisiones en Estados Unidos, Noruega, Alemania, Polonia y Eslovenia, incluidos individuos acusados de actividades de inteligencia.
El intercambio tuvo lugar en el aeropue Evan Gershkovichrto de Ankara, la capital de Turquía.
Además del periodista, otros dos ciudadanos estadounidenses fueron iberados: el veterano de la Marina Paul Whelan y la periodista de radio ruso-estadounidense Alsu Kurmasheva.
«Su brutal calvario ha terminado», dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, rodeado de algunos de los familiares de las personas excarceladas.
Fue una «hazaña de diplomacia y amistad», afirmó Biden, agregando que entre los 16 prisioneros liberados desde las cárceles en Rusia hay cinco alemanes y siete ciudadanos rusos que eran presos políticos en su propio país.
Se espera que ocho ciudadanos rusos sean devueltos a Rusia desde Estados Unidos, Noruega, Eslovenia, Polonia y Alemania, varios de ellos con presuntos vínculos con la inteligencia rusa.
Uno de los rusos que presuntamente fue liberado es Vadim Krasikov, identificado por funcionarios alemanes como coronel del servicio de inteligencia ruso FSB, condenado a cadena perpetua por el asesinato en 2019 de un opositor del Kremlin en un parque de Berlín.
Y en el intercambio también quedó libre el periodista ruso-español Pablo González, que fue enviado a Rusia.
El ciudadano alemán Rico Krieger, condenado a muerte en Bielorrusia y luego indultado por el presidente Alexander Lukashenko, y el prisionero político ruso Ilya Yashin también fueron liberados, según informó el gobierno turco.
La presidencia de Turquía informó que todos los prisioneros fueron trasladados a lugares seguros bajo la supervisión de funcionarios de seguridad turcos y luego subidos a aviones hacia sus respectivos países de destino.
El intercambio se produce después de días de especulaciones sobre un importante canje de presos entre varios países, que aumentaron después de que varios disidentes y periodistas encarcelados en Rusia fueran trasladados de sus celdas a lugares desconocidos.
Entre ellos se encuentran Vladimir Kara-Murza, un opositor del Kremlin con doble ciudadanía rusa y británica, y el veterano activista de derechos humanos Oleg Orlov, quienes podrían estar entre los liberados.
El último intercambio de prisioneros de alto perfil tuvo lugar en diciembre de 2022, cuando la estrella del baloncesto estadounidense Brittney Griner fue intercambiada en la pista del aeropuerto de Abu Dhabi por el conocido traficante de armas ruso Viktor Bout, quien llevaba 12 años preso en EE.UU.
Y el más reciente intercambio de una magnitud comparable, aunque menor, tuvo lugar en Viena en 2010, cuando 10 espías rusos detenidos en Estados Unidos fueron canjeados por cuatro presuntos agentes dobles detenidos en Rusia.
Uno de ellos fue Serguéi Skripal, un exoficial de inteligencia militar que más tarde fue envenenado con el agente nervioso Novichok en Salisbury, Reino Unido, en 2018.
Las tensiones entre Moscú y Occidente han sido altas en los últimos años, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.
Análisis de Gordon Corera, corresponsal de Seguridad de la BBC.
Puede parecer sorprendente que se organice un intercambio como este cuando las relaciones entre Rusia y Occidente son tan malas, en medio de la guerra en Ucrania.
Pero la realidad es que siempre han ocurrido. En el apogeo de la Guerra Fría, hubo intercambios de espías entre Washington y Moscú, a menudo en Berlín, como en la famosa película “El puente de los espías”.
Y en los últimos dos años, aunque Ucrania y Rusia están enfrascadas en una guerra, también han podido organizar intercambios de prisioneros a gran escala, como lo hicieron Israel y Hamás en un momento dado.
La razón es simple. Ambas partes tienen algo -o a alguien- que la otra parte quiere, y por lo tanto, terminan negociando un acuerdo.
Eso no quiere decir que esos acuerdos sean fáciles, y cuando las relaciones son tensas, las negociaciones pueden ser más difíciles, porque ninguna de las partes quiere que el resultado se vea como una victoria del otro.
Pero las agencias de inteligencia están acostumbradas a abrir los canales secretos necesarios para llevar a cabo estas delicadas negociaciones fuera de la mirada pública.
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