En la vasta y rica historia del Perú, muchas familias, con linaje español, han logrado consolidar tanto poder e influencia a lo largo de los siglos. Sin embargo, una en particular, se extiende desde los tiempos de la invasión española hasta la era moderna, y abarcó importantes roles en la política, la economía y la cultura del país.
Esta familia ha sido testigo y protagonista de los momentos más cruciales de la nación, desde la época del Tahuantinsuyo con la captura de Atahualpa hasta la consolidación de la república. En esta nota, conoce cuál es esta familia antigua y poderosa española, y cómo fue que se concibió.
Presentes en la invasión española, la familiar peruana, por parte de los españoles, son los Riva Agüero. Exactamente, esta larga descendencia se concibió cuando un capitán de Pizarro, que participó de la captura de Atahualpa y de la fundación de Lima, se casó con una hija de Francisco Pizarro.
José Jiménez Borja describe a este capitán y aventurero europeo de la siguiente forma: “Explorador audaz, uno de los 13 de la Isla del Gallo, fundador de Lima, autor de su plano repartidor de solares. Hizo mucho por conjurar las guerras civiles que ensangrentaron el Perú de su tiempo”. A su muerte, ocurrida en 1563, la ciudad era ya crecida y bella, y él poseía una mansión de finos muebles y platería.
Se hizo tradición que los Riva Agüero se casaran siempre con duques, condes o princesas. Recordemos que, durante el virreinato, el Perú era un país rico y sobraban pretendientes para una familia acaudalada. A su muerte, ocurrida en 1563, la ciudad era ya crecida y bella, y él poseía una mansión de finos muebles y platería.
Entre sus vástagos se cuentan frailes, monjas, alcaldes, encomenderos y hasta un almirante que combatió contra los piratas.
El más notable hijo de esta familia es nada menos que el primer presidente peruano, José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete. Este conspirador, una vez mandatario del Perú, formó el Ejército peruano y puso de moda la banda presidencial, así lo describe Ricardo Palma: “El famoso Riva Agüero, a quien Bolívar destituyó de la presidencia del Perú, apresándolo y enviándolo al destierro”.
Los descendientes del general José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete estarían muy presentes en nuestra vida republicana. Su hijo José de la Riva Agüero y Looz Corswarren fue presidente del Senado, ministro de Economía y de Relaciones Exteriores. Es conocido por promover el tratado defensivo entre Perú y Bolivia, que nos obligó a participar en la guerra del Pacífico.
Uno de los hijos de José de la Riva Agüero y Looz Corswarren fue Enrique de la Riva Agüero y Riglos, tres veces ministro de Relaciones Exteriores y tres veces presidente del Consejo de Ministros, quien buscó en vano firmar con Chile un tratado que nos devolviera Tacna y Arica. El otro de sus hijos fue José de la Riva Agüero y Riglos, congresista que murió tempranamente dejando un único heredero.
El último de los Riva Agüero fue, asimismo, el más talentoso de todos. Se trata de José de la Riva Agüero y Osma, un joven sanmarquino que era la esperanza de las letras peruanas. Aunque por herencia le correspondían los títulos de marqués, nunca los utilizó.
“En España, tendría hasta títulos de Castilla, pues tiene marquesados y condados a granel, pero no les da ni pizca de importancia. Hijo único de padres acaudalados, no se le conoce más pasión que la del estudio, y jamás se cita su nombre en escándalos de muchacho”, escribió Ricardo Palma.
No obstante, debido a la agitada coyuntura del Perú, se vio forzado a entrar en política. Fue alcalde de Lima, ministro de Justicia y presidente del Consejo de Ministros, y al mismo tiempo decano del Colegio de Abogados, director de la Academia Peruana de la Lengua y presidente de una multitud de agrupaciones en favor de la cultura, algunas tan curiosas como la asociación de obras de arte religiosas.
No obstante, el gran aporte de este sanmarquino se debió a que rompió los esquemas de su familia, se enfrentó a ella por los privilegios que poseían. Como los terrenos que su familia había ido acumulando en el curso de generaciones ya le pertenecía, decidió donar generosamente a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que hasta ese momento funcionaba en un pequeño local del centro de Lima, los terrenos que los antiguos Riva Agüero habían ido acumulando en el curso de generaciones.
De lejos, su mejor libro es ‘Paisajes peruanos’, y es que, a diferencia de otros intelectuales de escritorio, Riva Agüero quería ver con sus ojos en qué estado se hallaban las provincias del Perú. “Es el primer gran señor de Lima”, decía Julio C. Tello, que salió para un viaje de estudio por nuestro territorio. Por barco, por tren, a lomo de mula y a pie, anduvo por el Perú, emocionado como un niño ante la belleza de nuestra geografía. Fruto de sus viajes salió este libro ‘Paisajes peruanos’, que demuestra que no importa de dónde venimos, sino lo que somos capaces de hacer por el Perú.
