Hubo un tiempo en el que Félix Auger-Aliassime era una especie de bestia negra de Carlos Alcaraz. Pero ese tiempo pasó. El español venció en las semifinales de los Juegos Olímpicos de París (6-1 y 6-1) y, por tanto, se asegura medalla, oro o plata, mientras espera rival entre el ganador del duelo entre Djokovic, tocado en su rodilla, y el italiano Lorenzo Musetti.
Es el cuarto triunfo consecutivo del español contra el rival al que asesoró durante algunas temporadas Toni Nadal. Ya tiene Carlos el cara a cara a favor, pues estaban 3-3 después de que las tres primeras veces saliera vencedor el canadiense: una en el US Open de 2021, el torneo en el que Carlos se dio a conocer al mundo con su victoria contra Tsitsipas; y las otras en 2022, justo después de que le murciano se convirtiera en el número uno más joven de la historia. Ya no hay bestias negras. En todo caso es el español, pues lleva un par de meses flotando sobre las pistas de tenis, ya sea las verdes de hierba o las rojas de tierra. Si consigue dar el siguiente paso habrá encarrilado Roland Garros, Wimbledon y el oro olímpico, como hizo Rafa Nadal en 2008. En el cuadro femenino, antes, en 1988, Steffi Graf llevó ese reto a otra dimensión al ganar los cuatro Grand Slams y los Juegos.
Uno de los pocos descontentos que había en la Philippe Chatrier fue el bebé que lloraba desconsolado y que tuvo que llevarse su padre corriendo porque estaba a punto de sacar Aliassime. El sufridor papá se dio una carrera como las de Carlos para recuperar alguna bola a la esquina; más bien un par, porque volvieron y el pequeño o pequeña repitió berrinche.
Tampoco estaban satisfechos los seguidores canadienses, que había unos cuantos en la central, por la exhibición que estaba dando Alcaraz. El tenista español firmó su victoria más contundente, más teniendo en cuenta la ronda que es y la categoría del rival, con el que hizo casi, casi lo que quiso de principio a fin, sin sustos por el medio.
No pudo ganarle Aliassime ni por la consistencia y la potencia ni por habilidad. En los intercambios el español normalmente terminaba sacando el puño y en la sutileza, también, para júbilo de los aficionados. Es difícil en ocasiones leerle los movimientos, porque cuando arma el brazo para dar la derecha, como la tiene tan buena, los rivales suelen dar un paso atrás, y entonces el murciano puede optar por dejarla cortita, y esconde la dejada hasta el final, o por tirar la bomba. Los dos caminos suelen llevar al mismo final.
Carlos tiró del catálogo habitual con el globo, la aceleración de derecha... Se empeñó en demostrar lo que le decían desde la grada: “Qué bueno eres”. Mezclado con los clásicos estos días “viva España” y los más regionales "Acho”, “Pijo”. Pero es que además sirvió de maravilla, para fomar la tormenta perfecta que hizo naufragar a Alisassime, al que ni el aliento de los espectadores, deseosos de ver más tenis, logró animar.