Cada hogar español desperdicia aproximadamente 76 kg de
alimentos al año, de los cuales una quinta parte corresponde a frutas.
Considerando que el 96% de los españoles afirma tener siempre un limón a mano
en su cocina, ya sea para condimentar sus platos o para refrescar una bebida,
podemos deducir que el limón es uno de los alimentos más desperdiciados en las
cocinas españolas.
De hecho, es probable que muchos de nosotros tengamos un
medio limón reseco en algún lugar de la nevera, lo cual es una lástima, porque
el limón es una maravilla de la naturaleza. Es rico en vitamina C, ayuda a
eliminar toxinas y es un buen aliado para prevenir al menos 150 enfermedades.
Además, es perfecto incluso como producto de limpieza. Por ese motivo, es
importante que les saquemos el máximo partido a los limones:
La idea es tomar un palillo o un pincho de madera y clavarlo en la parte inferior del cítrico, preferiblemente en el extremo opuesto al tallo. Este agujero funcionará como una especie de válvula que permitirá la salida del líquido de manera controlada. Para asegurarte de que no quede ni una gota de jugo en el interior del limón, te recomendamos hacerlo rodar sobre la encimera antes de insertar el palillo. Al rodarlo, aplica una ligera presión para aflojar las fibras internas del limón y facilitar la extracción del jugo.
Una ventaja de este método es que permite exprimir el limón
sin tener que partirlo por la mitad. Partir el limón provoca que las mitades
expuestas se oxiden rápidamente, lo que afecta tanto al sabor como a la calidad
del zumo. Al evitar partir el limón, no solo mantendrás su frescura por más
tiempo, sino que también evitarás que caigan pepitas, lo cual es especialmente
útil si estás cocinando o preparando bebidas.
Este método es muy eficaz y permite maximizar el uso de cada
limón, reduciendo el desperdicio y aprovechando al máximo sus beneficios. No
obstante, todavía hay más cosas que podemos hacer para evitar desperdiciar los
limones.
Después de haber extraído todo el jugo del limón, es posible que lo que queda de él no parezca muy apetecible. Sin embargo, aún podemos aprovecharlo al máximo. Aunque en ese momento no necesitemos la ralladura o las tiras de piel, es probable que en algún momento las echemos en falta. Hay muchas recetas, tanto dulces como saladas, que requieren un toque cítrico, y es conveniente tener un poco de cáscara de limón siempre a mano.
Para conservar la cáscara, lo único que tenemos que hacer es
congelar el limón después de haberlo exprimido. Podemos considerar cortar la
piel en trozos grandes y luego almacenarlos en un recipiente hermético. De esta
manera, cuando necesitemos un poco de ralladura o un trozo de piel de limón, ya
sea para cocinar un pescado al horno o para preparar un gin tonic, simplemente
tendremos que abrir el congelador y sacar lo necesario.
Este método no solo ayuda a reducir el desperdicio, sino que
también permite tener siempre a mano un ingrediente versátil y valioso en la
cocina. La cáscara de limón congelada puede ser utilizada en una amplia
variedad de platos, desde postres hasta platos principales, añadiendo un toque
fresco y cítrico que realza los sabores. Además, al congelar la cáscara, se
preservan sus propiedades nutritivas y aromáticas, lo cual es un valor añadido
para cualquier preparación culinaria.