Suda a mares, y el cuerpo entero le arde como brasa. En sus hombros de 72 años, Huverlín Marrero Vázquez, uno de los maestros alfareros más viejos de Sancti Spíritus, carga los troncos para la boca del horno que ya casi se traga un camión de leña. Los pies desnudos van y vienen ligeros; se burlan de la tierra rojiza, de la comezón de las hormigas.
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