Lo reconozco, soy un enfermo de las redes sociales, y cada vez que podía este verano, echaba un vistazo a la cuenta de Instagram de
Pau Víctor para ver si mantenía su foto de perfil con la camiseta del
Barça después de finalizar su cesión en el club. Pues señores, jamás la quitó, incluso cuando disfrutaba de sus vacaciones en
Tanzania. Mi interés por seguirle empezó realmente tras disfrutar de sus fantásticas actuaciones con el filial durante esta campaña. Siempre le veía cosas diferentes y, por eso, no quería cruzarme, como muchos barcelonistas, con ese comunicado oficial que anunciaba el final de contrato aquel día 30 de junio.
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