"Durante los próximos días no me veréis por aquí, ya que quiero estar completamente centrada en mi objetivo. Seguiré sintiendo todo vuestro apoyo en cualquier caso. Nos vemos pronto", escribió Carolina Marín en sus redes sociales el pasado 27 de julio. Acababan de empezar los Juegos Olímpicos y su mente ya estaba puesta plenamente en la búsqueda del segundo oro olímpico, en convertirse en la mejor (¿acaso no lo es ya?) jugadora de bádminton de la historia. Han pasado ocho años del que ganó en Río y Marín ha superado el drama de las lesiones en un deporte que –afirma– "ha cambiado mucho". "Hemos visto a través de los análisis que las jugadas duran el doble que antes. Los partidos son mucho más largos. Antes con uno o dos golpes acababa y ahora no; eso lo hemos tenido en cuenta para el apartado físico", explicaba la onubense antes del comienzo de la competición en París.
En realidad, no estaba en "modo Juegos" sólo desde el 27 de julio, sino mucho antes. O muchísimo, podría decirse, porque cuando se rompió por segunda vez el ligamento cruzado anterior, en la rodilla izquierda en esta ocasión, a un mes de los Juegos de Tokio y tras una época complicada por la operación en la otra rodilla por la misma lesión, y por el fallecimiento de su padre, los Juegos de París fueron su alimento para seguir. "Era piedra tras piedra, yo decía: 'No me puedo creer que en dos años me pase todo a mí''', confesaba hace meses en una entrevista con este periódico. Reconoció que entró en un agujero y la idea de buscar su segundo oro olímpico le daba fuerza para levantarse cada día y afrontar la exigente recuperación.
"Sé que va a ser más difícil que en Río", piensa Carolina, que ya está en octavos de final tras haber superado en la fase de grupos a la suiza Stadelmann (21-11 y 21-19) y, ayer, a la irlandesa Darragh (21-5 y 21-5) en una jornada en la que no se cumplió lo de "partidos" más largos, pero por la diferencia de nivel. Fue casi como un entrenamiento en el que la española puso en práctica las cosas que ha ido preparando porque a partir de ahora las va "a necesitar".
En Río era "Carolina, la terrible", la gran referente, la número uno. A la capital de Francia llega con 31 años y habiendo recuperado parte de ese temor que infundía a sus rivales, incluso a las poderosas asiáticas, las grandes dominadoras dominadas por ella durante mucho tiempo, que ven que ha regresado. Desde comienzos de año empezó a tener grandes resultados, como la final del Mundial o el triunfo en el All England, algo así como el Wimbledon del bádminton. Ha vuelto a plantar cara a las primeras del ranking. De hecho, ella es la número 4 y sólo otra europea, la danesa Kjaersfeldt, está en el "top 20" (es la 19).
El proceso ha sido largo, con entrenamientos muy exigentes en lo físico y en lo mental. Para lo primero, sesiones incluso con torniquetes en los muslos para aumentar después el riego sanguíneo y aguantar más y recuperar antes, para, a la larga, poder resistir en ese nuevo bádminton con jugadoras diez años más jóvenes que ella. Y casi más importante, trabajo mental para acabar con los miedos que a veces la invaden. "La parte mental día tras día es algo que quiero seguir trabajando", asegura Marín. "Aparte de tener muy en cuenta la táctica, hemos tenido una prioridad a nivel mental. Ha habido muchos ejercicios cuyo pilar ha sido mental, ponerla en problemas, hacerla despertar emociones. Han sido los entrenamientos más duros y a la vez han sido un regalo, por eso creo que hemos llegado en el mejor momento del año y de su carrera, tanto física como mentalmente", desvela su técnico, Fernando Rivas.
Los octavos son una gran prueba, porque la rival hoy (segundo turno de la tarde, sobre las 19:00 o 19:30 horas), la estadounidense Zhang, la superó hace unos meses en ese mismo escenario, en el estreno en el Open de París. "Nuevo día y nuevo partido. Lo prepararé con la cabeza puesta en lo que quiero mejorar", analizó.
Carolina ha sido de las primeras deportistas en llegar a la capital de Francia. Lo hizo el 16 de julio, y estuvo un tiempo en el Insep, el equivalente en España a un Centro de Alto Rendimiento. El día 20 ya pisó la Villa Olímpica. Se ha bunkerizado en el último mes, tanto ella como su equipo de trabajo, salvo en las conferencias de prensa oficiales. Tiene un objetivo en París.