La joven canoísta de Guantánamo es una de las esperanzas de podio de la delegación cubana. Su ascenso en este deporte le otorga prestigio en la élite.
—¿Qué haces de especial la noche antes de una competencia?
—Siempre pienso en ganar y ganar, todo lo dejo en manos de Dios, además visualizo cómo haré la regata.
—¿Con cuál rival tienes mejores relaciones?
—No tengo apenas comunicación con mis rivales, solo cuando estamos en el podio.
—¿Qué artista quisieras ver en las gradas cuando compites?
—No sé, nunca había pensado en eso.
—Fuera del deporte, ¿qué hubieras preferido ser?
—Sicóloga o fisioterapeuta.
—¿Qué te gusta más de tu carácter?
—La determinación para decidir, saber lo que quiero para mi futuro, que todo lo que me propongo lo logro con esfuerzo, compromiso, disciplina y mucha dedicación.
—¿Un rasgo que cambiarías de tu personalidad?
—Si cambio algo dejaría de ser yo.
—¿En qué lugar te gusta competir más?
—En Francia, siempre fue mi sueño.
—¿Y en cuál menos?
—Cada lugar es una experiencia que queda para toda la vida.
—¿En quién primero piensas cuando ganas?
—Siempre que gano en mi mente hay una sola frase: gracias, Dios mío, mami lo lo-
gré.
—¿Y cuándo pierdes?
—En entrenar aún más, pero siempre agradezco a Dios, por lo bueno y por lo malo también.
—¿Por qué cambiarías un oro olímpico sin pensarlo dos veces?
—Por mi madre las veces que fuera necesario, ella es mi mayor tesoro.
—Describe a Cuba con una palabra.
—Mi hogar.
