“El calor no nos va mal, somos españoles”, decía Carlos Alcaraz después del partido de dobles del martes. Sí, pero no tanto. Antes de comenzar el encuentro contra Safiulin (6-4 y X-X) pidíó al juez de silla que fueran preparando las toallas con hielo. Fue un calentamiento con un pequeño incidente porque en uno de los saques del español, una recogepelotas se llevó un buen pelotazo. Rápidamente el murciano se interesó por ella. Dedo pulgar arriba de la joven, todo “OK”. No fue el único pelotazo del partido. En el primer set, un remate del ruso fue directo a un espectador: Carlos, que estaba al lado, le preguntó qué tal; y Safiullin le pidió perdón.
Las toallas con el hielo llegaron tras el tercer juego, en el primer descanso, y el marcador ya estaba muy a favor del español, que se los había llevado todos, con dos breaks. No bajó los brazos ni cuando en el primero de ellos no lograba restar y se vio con un 40-0. Desde ahí recuperó hasta la rotura y tuvo un comienzo fulminante con ganadores de todo tipo: el revés paralelo, varios con la derecha paralela, y uno desde el fondo más profundo, desde la misma esquina, ya no quedaba más pista, pero encontró el hueco para superar la subida a la red de su rival con su golpe a dos manos.
Eran las 14:40 cuando empezó el calentamiento y a las 19:00 a Alcaraz le esperaba el dobles junto con Rafa Nadal, la pareja de moda, la que más expectación está levantando en el torneo olímpico de tenis por sus dos protagonistas.
Un duelo largo de individuales podía condicionarle mucho para su siguiente encuentro, pero no le dejó que se alargara. Comenzó a toda prisa y después se trabó un poco, tal vez relajado por el resultado. Todavía le pasa a veces, lo que no deja de ser lógico. Safiullin sólo le recuperó una de las dos roturas. Carlos no le dejó ir más allá. Se quejó cuando estrelló un revés en la red, pero en líneas generales cada punto era una continua reafirmación, con la mirada al palco, el puño, el “vamos”.
El jugador ruso se fue al vestuario a cambiarse y en la pista se montó el karaoke habitual de los descansos. Los Juegos están siendo un éxito en ese sentido: las sedes están llenas y el público le pone mucho entusiasmo. El show de verdad, el tenístico, el de Carlos siguió en el segundo set sin desentonar una nota y con aparente facilidad, como los buenos cantantes. Cuando puede pegar su derecha plantado es un espectáculo y los “oh” y los silbidos, como si lo que fuera al otro lado fuera una bala en lugar de una pelota, se multiplicaban. Un break nada más empezar el segundo parcial le permitió ir ya con todo a favor. Sí guardó fuerzas en alguna dejada a la que no iba, las imposibles o lo siguiente, porque a alguna imposible sí fue y llegó. La semana es dura y le queda trabajo. Acabó a las xx:XX. En XX horas, otra vez al ruedo.