Mediados los noventa, el Mundial de esquí alpino de Sierra Nevada se pospuso un año por falta de nieve y porque aún no estábamos con la turra del cambio climático. Es frecuente que ciertos deportes sufran modificaciones en el calendario por culpa de las inclemencias, o de la excesiva clemencia, meteorológicas y las mismas pruebas de surf de estos Juegos llevan un par de días paralizadas por el exceso de viento en Tahití. El triatlón masculino, así, se celebró ayer con 24 horas de retraso porque las tormentas del fin de semana ensuciaron las aguas del Sena. No es para tanto.
La alcaldesa de origen gaditano Anne Hidalgo hizo un tour por las televisiones para explicar que el dineral invertido en descontaminar el río a su paso por París no fue invertido sólo para disputar un par de pruebas deportivas, sino para que sus vecinos disfrutasen de una playa urbana a partir del verano próximo. Ya puede decir misa esta «lionesa-cañaílla», pero 1.500 millones de euros en manos de una socialista andaluza dan para muchas mangancias –si lo sabremos por Sevilla–, aunque vale la pena el riesgo con tal de contemplar a los atletas surcando el puente Alejandro III.
Contó Hidalgo que la idea de usar el Sena como hilo conductor de los Juegos, desde la misma inauguración, se lo sugirió Marisol Casado, una histórica dirigente española que preside la Unión Internacional de Triatlón y es miembro del COI. «Cuando presentamos la candidatura, me aseguró que vertebrar las competiciones en torno al río sería un factor decisivo» en la opinión de los electores. Luego, claro, la obra pública faraónica –y de coste astronómico– nos repugna a los liberales, pero es imposible hacer una tortilla sin romper huevos... excepto las de camarones que sirven en la Venta Vargas de su San Fernando natal, señora alcaldesa.
