Fue tan inesperado lo que sucedió en esa secuencia que el capítulo de ' La Boda roja' de la serie Juego de Tronos , que se ha convertido en un epítome, en un adjetivo incluso, para describir la traición o la barbarie. Que se lo digan al nadador irlandés, Daniel Wiffen, que estaba allí en 2013 mientras la rodaban. La serie de HBO, basada en los libros de George R.R. Martin, encumbró el género fantástico con personajes inolvidables y protagonistas de los que te encariñabas con cierto temor porque en cualquier momento los rebanaban garganta, a él y a toda su familia, como sucedió en el mítico episodio que noqueó a los millones de espectadores que seguían la serie en todo el mundo. En el capítulo, los Stark (que llevaban el peso narrativo de la serie coral) son traicionados por Lord Walder Frey durante la boda del primogénito de los Stark. Y mientras se hablaba de amor, los acólitos de Frey pasaron a los protagonistas por el cuchillo como si extendiera mantequilla. Todos los personajes s ucumbían a una muerte líquida , y ahí estaba, en el fondo del plano, viendo la barbarie narrativa, el campeón olímpico que ayer se colgó la medalla de oro en la prueba de los 800 m de estilo libre y batir el récord olímpico. En 2013, cuando se rodó el capítulo, él tenía doce años. No sabía nada de Juego de Tronos porque sus padres no le dejaban verla: «Mis padres no me dejaban ver la serie, pero creo que mi padre la veía todo el tiempo. Pero todo cambió cuando su hermana consiguió un buen papel en Juego de Tronos: fue una de las nietas del odiado Frey (interpretó a Neyela Frey)», cuenta a Olympics. «Ella hizo su parte, y después nosotros entramos para La Boda Roja, en el fondo . Fue genial», añadió. Ahora, Wiffen ha hecho historia en lo deportivo : es el primer nadador irlandés masculino en subir a un podio olímpico y además lo hizo batiendo un n uevo récord olímpico en la piscina de La Defense de París , con un tiempo de 7.38.19. Poco pudo hacer el estadounidense Bobby Finke (plata) , y el italiano Gregorio Paltrinieri (bronce) , ante la velocidad sostenida e impenitente del irlandés, porque mientras el resto de nadadores se iba quedando atrás, en las últimas vueltas se desveló el porqué del oro en esta prueba de resistencia: Wiffen no era un nadador, sino un resistente trasatlántico imperturbable . Tan solo mostró cierta flojera cuando se subió al podio y empezó a sonar el himno irlandés. Ni el mejor actor habría podido disimular las lágrimas que le cayeron por mucho que se pusiera las gafas.