El régimen ha venido causando tanta miseria que ocho millones de venezolanos, más de un cuarto de la población, han salido del país en pos de la supervivencia. Los que han permanecido han visto la formación de una clase civil-militar que se ha enriquecido con fondos públicos. ¿Cómo un gobierno así puede pretender que gana elecciones limpiamente?
Que ocho millones hayan fugado de la cárcel chavista no significa que quienes han permanecido la pasen bien. Las cifras económicas y sociales son lamentables, incluso para los pésimos estándares latinoamericanos. Las libertades son las de una dictadura. La ideología que Nicolás Maduro define como revolucionaria es un ejemplo de transparente cinismo.
De modo que los resultados electorales del oficialismo chavista no solo repugnan por la incoherencia de las cifras truchas que este esgrime, sino sobre todo por la contradicción entre la calidad de vida de la población y el atracón de votos inventados que se da la banda Maduro-Cabello-Padrino cada vez que instala las urnas.
En esto los sátrapas cubanos son algo más honrados, pues no pretenden estar gobernando su isla de penurias en virtud de alguna voluntad popular. Tampoco llegaron al poder gracias a ella. No se sienten obligados a disfrazar su autoritarismo 24/7 con elecciones. Lo suyo es el uso de la fuerza contra la población y de la herencia ideológica legada por José Stalin.
En cambio Maduro ha pretendido legitimidad democrática desde su primer fraude hasta este último. Nunca la ha tenido, y ha tenido que echar mano a los métodos cubanos: comités comisariales de barrio, promoción de periódicos éxodos, represión en todo el espectro de vida cívica. ¿Pero por qué la necesidad de ganar elecciones cochinas?
Venezuela no es una isla y tiene fronteras que podrían volverse porosas, el chavismo no tiene la tradición militar ni la disciplina ni el grado de legitimidad interna del castrismo. Las elecciones trafa le parecieron a Hugo Chávez válvula de escape suficiente, y Maduro no ha visto razón para cambiar las cosas.
La válvula le ha funcionado adentro y afuera. Las iras de la América democrática nunca han sido suficientes para barrer con el asalto a la razón que representan todos esos coquetos uniformes deportivos que son el uniforme político de la cúpula chavista, todo el día disfrazados de bandera. Símbolo del país que le siguen robando a la población. Bolivarianos con chaveta.