“Poseer una marca registrada en los países de influencia comercial de una empresa es uno de los desafíos más complejos que se enfrentan en un proceso de expansión”. Esa es una elegante manera de decir lo que otros empresarios explicarían con esta frase: “Tener la marca en orden a nivel internacional es un maldito dolor de muelas”.
La confección de un sistema territorial para la protección de marcas, en estos tiempos, contrasta con la inmensidad de las redes digitales y el alcance de las plataformas de comercio electrónico. Lo que antes podía ser un proceso planeado y gradual, hoy es un estallido que pone a una pyme, de la noche a la mañana, en los mercados de diversas regiones, incluso sin desearlo. En ese escenario, lograr que una marca, creada y registrada para un ámbito doméstico, encuentre espacio para su protección en cada país en que intente tener presencia, suele ser un proceso desgastante, costoso y, muchas veces, fallido.
Desde luego que la posibilidad de lograr el registro de la marca en diversos países depende de su originalidad y distintividad, y de lo saturado que pueda estar el giro de productos o servicios a los que se aplica, pero en todos los casos se trata siempre de un proceso “relativamente riesgoso”. Ejemplifiquemos con el simple caso de una pyme mexicana que, luego de posicionar su marca en México, logra llegar al mercado estadounidense con sus productos solo para verse frenada —incluso desde la frontera—, por la previa existencia de la marca registrada de un tercero que resulta confundible.
Estos comentarios los expreso como preludio de lo que la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual ha lanzado como la base de datos más completa y eficiente de marcas que se conozca, que sin duda representa una extraordinaria ventaja para la planeación, el diseño, y la protección estratégica de marcas. Poder determinar, con total inmediatez, si una marca registrada o similar está registrada en algún país del mundo, sin ningún costo, es un servicio disruptivo. La búsqueda de antecedentes puede realizarse por clase de productos o servicios, por titular, puede incluir o no diseños, reportando país, vigencia, y todos los datos relevantes para anticipar posibles obstáculos o barreras en la intención de posicionarse en mercados extranjeros. La amplitud de una base de datos de este tipo, impulsada por Inteligencia Artificial, sin duda modificará la forma en que las decisiones para la formación de portafolios de marcas se han adoptado en el pasado, poniendo en manos de empresas de toda clase y tamaño, información que en el pasado sólo era asequible con costos elevados y tiempos prolongados.
Hasta este momento, la mayor parte de las oficinas de marcas en el mundo ponen a disposición de los usuarios sus bases de datos de manera libre, sin embargo, para poder alcanzar un resultado regional —no digamos mundial—, se deben invertir horas en el análisis, con la dificultad adicional de tener que navegar sitios con parámetros y criterios diferentes. Con la herramienta desarrollada por OMPI, los resultados son generados en forma instantánea y con un análisis homogéneo guiado por Inteligencia Artificial. Hagamos que, muy pronto, las empresas mexicanas sean usuarias intensivas del sistema de Propiedad Intelectual, que es la forma más utilizada en el mundo para crear riqueza.