Para cuando las costarricenses cumplen 20 años, el 18% ya sufrió algún tipo de violencia por parte de una pareja o expareja. El 8% de las jóvenes entre 15 y 19 años experimentó este tipo de agresiones en el último año.
Estos datos se encuentran recopilados en un reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que midió la violencia sufrida por las adolescentes en sus noviazgos en 161 países. Los resultados se publicaron en línea a la medianoche de este 30 de julio en Europa (4 p. m. del 29 de julio en Costa Rica) en la revista The Lancet Child & Adolescent Health.
En Costa Rica las cifras son más bajas que las vistas en el mundo y casi las mismas que las de Centroamérica. En el mundo, el 24% de las jóvenes ha vivido esta situación y el 16% lo ha hecho en los últimos 12 meses. En la región, estos números son de 17% y 10%, respectivamente.
“La violencia de pareja puede tener impactos devastadores en la salud de las personas jóvenes, también en sus logros educacionales, futuras relaciones de pareja y proyectos de vida. Desde la perspectiva de la salud, aumenta el riesgo de lesiones, depresión, trastornos de ansiedad, embarazos no planeados, infecciones de transmisión sexual y muchas otras condiciones físicas y psicológicas”, cita el informe.
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Pascale Allotey, directora del Departamento de Investigación en Salud Sexual y Reproductiva de la OMS, señaló: “Dado que la violencia en estas edades puede causar daños profundos y duraderos, necesita tomarse más en serio como una cuestión de salud pública y darle un enfoque de prevención y apoyo dirigido”.
El reporte no especifica cuántas de estas jóvenes estaban en relaciones impropias con un adulto al menos cinco años mayor, pero, para tener una idea, información de la División de Estadística de la Organización de Naciones Unidas (ONU) especificó que, en 2018, un 17% de las costarricenses entre los 20 y los 24 mantenía una unión equivalente a un matrimonio con un mayor de edad y dicha relación comenzó cuando eran menores.
El reporte no ahonda en los tipos de violencia sufridos por las adolescentes ni su intensidad, tampoco en quienes son sus parejas. No obstante, esta es una realidad que la Clínica del Adolescente del Hospital Nacional de Niños (HNN) ha visto de cerca desde hace años.
Desde finales de 2015, esta clínica ya reportaba recibir al menos a un adolescente por mes víctima de diferentes tipos de agresión en el noviazgo.
Allí se ven violencias de tipo física y psicológica, pero se añade la violencia digital o cibernética, en donde las “pruebas de amor” que se piden suelen ser fotografías insinuantes o con desnudez que luego son utilizadas como chantaje si la menor decide terminar la relación.
También hay violencia sexual, que incluye besos no consentidos, tocamientos de nalgas, pechos o genitales; o forzar caricias u obligar a relaciones sexuales.
Los especialistas señalaron en ese momento que, hombres y mujeres son violentos de forma diferente. Los hombres les condicionan los permisos a sus parejas, restringen su libertad, la vestimenta y las compañías. Esto se hace tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales.
Las mujeres, por su parte, tienden a manipular: se cortan el cuerpo y envían fotografías a sus exparejas o amigos y les dicen “si me corto es su culpa”, o “si me muero es su culpa”.
El HNN destacó señales de alerta a las que deben prestarse atención, lo primero es ver si se comporta de una forma diferente con su pareja y con los demás, si hay rupturas y reconciliaciones recurrentes, si hay cambios de humor, cambios en el aspecto o la ropa que usan y otras señales de depresión, como llanto o trastornos de sueño.
¿Cómo ayudar en estos casos? Esto será diferente según el rol que se ejerza. Si se trata de los padres, prohibir de buenas a primeras la relación no necesariamente es buena idea, porque eso más bien llevará a una separación de los padres y a una relación clandestina con la persona y eso la hará más proclive a abusos. Lo ideal es informarse del tema, discutirlo con la joven, buscar acompañamiento psicológico. Si la violencia pasa de ser uno o dos episodios sí es vital poner la denuncia.
En el caso de los adolescentes que son amigos de la víctima, no la aíslen y busquen acompañarla. Coméntenle que ven algo raro en su pareja y pregúntele por qué está con él o ella. Busquen guía en un profesor que pueda estar al tanto de la situación.
“El estudio muestra que para acabar con la violencia de género los países deben tener políticas y programas que incrementen la equidad para mujeres y niñas. Esto significa reforzar la educación para todas las niñas y adolescentes, asegurar igualdad de derechos y erradicar prácticas dañinas, como la posibilidad de matrimonio para menores, que perpetúan la violencia hacia mujeres y niñas”, concluyó Lynnmarie Sardinha, una de las autoras de la publicación en The Lancet Child & Adolescent Health.