La incapacidad del Gobierno central, unida a la falta de interés de las autoridades marroquíes, parece haber enterrado definitivamente las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla casi dos años y medio desde que se lanzara la propuesta por primera vez en la ya lejana cumbre bilateral de Rabat para normalizar de relaciones bilaterales. En el documento firmado el 7 de abril de 2022 –días después del histórico giro español en el Sáhara–, el Ejecutivo de Pedro Sánchez avanzaba «la plena normalización de la circulación de personas y de mercancías (…) de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas».
Meses después, en septiembre de 2022, el ministro de Exteriores José Manuel Albares anunciaba la reapertura de la aduana de Melilla –en esta ciudad la hubo ya desde el Tratado de Fez de 1866 hasta su clausura en agosto de 2018– y la creación de una en Ceuta. Más tarde, en noviembre de aquel año, Exteriores fijaría el inicio de 2023 para la apertura definitiva. Un año y casi ocho meses después, sigue sin haber aduanas comerciales para indignación y desesperación de los empresarios y comerciantes de ambas ciudades. Rabat hubiera liquidado el contrabando en ambos pasos, primero con Melilla, en agosto 2018, y después en Ceuta, en octubre de 2019.
Tampoco el Gobierno ha sido capaz de explicar la naturaleza de los aparentes «problemas técnicos» aducidos en varias ocasiones por ambas administraciones y que supuestamente estarían bloqueando el proceso. Además, Marruecos incumple desde la reapertura de fronteras tras la pandemia el régimen de viajeros. «Desde que pasó el coronavirus, en Marruecos no entra ni un yogurt. Otro incumplimiento más de los convenios internacionales», lamenta a este periódico el empresario melillense José Luis Martínez Lázaro.
Lo cierto es que, en su determinación por no importunar a Marruecos con ninguna iniciativa polémica, el Ejecutivo central parece haber bajado ya definitivamente las manos. Para encontrar la última ocasión en que el ministro de Exteriores hizo alusión a la cuestión hay que remontarse al 11 de abril. En una entrevista en Onda Cero, Albares admitía que la apertura dependía de Marruecos.
Con todo, por medio de su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, Marruecos dio alas por última vez el 17 de abril a la posibilidad de que Rabat hiciese algún gesto. Al ser preguntada directamente, la embajadora aseguró que «la hoja de ruta se va a respetar».
«Todo tiene un proceso. Hay temas más sencillos que otros. Hay que hacer las cosas de la mejor manera, para no volver a lo que había antes: mujeres porteadoras y una pésima imagen de las aduanas. Era horrible. Hay que ofrecer a esas mujeres empleos en otras partes. Hay técnicos que se están reuniendo y se van a reunir para abordar estos temas. Se va a hacer», explicó Benyaich. Más de tres meses después sigue sin haber avances.
Ante el incumplimiento reiterado de la propuesta de las aduanas y la ausencia de otras iniciativas encaminadas a recuperar las maltrechas economías de las ciudades autónomas, en las últimas semanas ha vuelto a reabrirse el debate sobre la propuesta de incluir a Ceuta y Melilla en la Unión Aduanera (UA), una decisión que solo depende de España. Sus defensores, como el presidente melillense Juan José Imbroda, insistía hace poco en las ventajas de buscar «otro horizonte» una vez confirmado el fin de las relaciones fronterizas con Marruecos. Sobre el papel, si ambas ciudades autónomas españolas formasen parte de la UA, Marruecos debería aceptar la existencia de sendas aduanas terrestres.
El presidente de la ciudad autónoma instaba directamente a los empresarios y comerciantes de Melilla a perder «el miedo» a una integración en la Unión Aduanera por las consecuencias que podría tener ese paso para el comercio fronterizo con Marruecos. Imbroda insistía en que una entrada de Melilla en la UA que respete su estatus fiscal pondría fin de manera definitiva a los problemas que ahora sufre la ciudad en la entrada y salida de mercancías, especialmente las devoluciones. Asimismo, el presidente melillense se ha mostrado convencido de que, además de evitar los problemas que ahora se dan estando fuera, la ciudad tendrá «muchas más relaciones comerciales» que en la actualidad.
Sin embargo, la propuesta del ingreso en la UA, una decisión irreversible, no acaba de convencer a todos los empresarios. Para José Luis Martínez Lázaro, «los partidarios de la entrada en la UA siguen sin dar una razón más allá del ‘‘más España y más Europa’’ y de que hay que mirar al norte y reducir la dependencia de Marruecos». «La aduana entre Marruecos y Melilla es ya una aduana europea en tanto que española. La UE podría pedir a Marruecos el cumplimiento del Tratado Euromediterráneo, que tantas ventajas ofrece a Marruecos, algo que el Gobierno de España no ha hecho en los últimos seis años», explica a LA RAZÓN.
A finales de 2011, la Asamblea de Ceuta pidió por unanimidad el ingreso en la UA, de la que quiso quedar excluida cuando España se adhirió en 1986 a la hoy Unión Europea. Ningún Ejecutivo lo ha tramitado desde entonces, pese a que Sánchez lo prometiera en junio de 2021.