Como ocurría con la ruta de la seda, que partiendo de China finalizaba en Bursa (Estambul, Turquía) en la Edad Media, tras recorrer un largo camino de riesgos, periplos y dificultades, llegaba a un final feliz, ocurre hoy algo parecido con la obesidad.
En la última década, Turquía se ha transformado en un peregrinar (turismo sanitario) de pacientes obesos, que atraídos por precios bajos y publicidad engañosa, acuden a Estambul para intentar dar solución a una enfermedad grave como es la obesidad, que desde allí, a través de las redes sociales y publicidad engañosa, enmascaran como estética y cirugía banal sin riesgos, algo que no lo es.
Muestran en redes sociales personas que al llegar a Estambul son recogidas por limusinas y coches de lujo, con personal que les espera y los acompaña, como si se tratara de autoridades políticas; al hotel, donde con toda pompa y boato los reciben y alojan, pero sin ninguna referencia médica al motivo por el cual se han desplazado allí. Para horas después, sin haberles realizado las pruebas médicas diagnósticas necesarias para esa enfermedad, pasar a la clínica o centro donde van a ser operados.
Cuando esta cuestión de falta de estudios previos se les ha planteado a los directores de comunicación o «influencers» de esos centros, siempre responden lo mismo: «Son los médicos los que deciden qué pruebas hay que realizarse antes de la operación» o «sí, se le hacen», y muestran una radiografía de tórax, un electrocardiograma y una analítica simple.
Obviando o desconociendo que la mitad de los obesos mórbidos (a los que les sobran más de 35 kilos) son diabéticos y antes de la cirugía hay que estudiar este problema en profundidad, pues es causa de complicaciones graves, incluso, en muchos de los operados. Y un tercio de los obesos mórbidos tienen una lesión de corazón (dilatación auricular e hipertrofia ventricular) que puede ser causa de infarto, antes, durante o después de la intervención, si no se diagnostica mediante eco Doppler cardíaca, previamente a la cirugía. Algo que evidentemente no realizan o ignoran.
Así podríamos citar una larga lista de enfermedades que se asocian a la obesidad y que deben ser estudiadas previamente a cualquier intervención quirúrgica.
Es un tema que las televisiones y la prensa española han intentado desenmascarar bajo epígrafes como: «El sueño truncado de adelgazar en Turquía», «La muerte de una joven que se sometió a una operación de reducción de estómago en Estambul ha puesto el foco en los riesgos del turismo sanitario», etc.
El Centro Laparoscópico Dr. Ballesta (CLB), uno de los más prestigiados del mundo en esta cirugía, con sede en Madrid, Barcelona y también en Granada, ha recibido a más de cuarenta pacientes tratados previamente en Estambul con diferentes problemas y situaciones que les hicieron venir a Granada en busca de solución.
Tal fue el caso de Mónica, como comunicaba a un diario de tirada nacional, el 21/03/2022. Después de la cirugía realizada en Turquía, perdió 60 kg y casi la vida. Una vez ya en España, pasó por el quirófano tres veces para resolver las complicaciones ocasionadas por la primera cirugía realizada en aquel país.
Después de su experiencia, primero su marido y después su hija vinieron directamente a Granada para realizarse la cirugía de la obesidad, evitando el país asiático.
El problema más común detectado en pacientes que fueron operados en Turquía ha sido una mala indicación de la cirugía, realizando operaciones insuficientes o incompletas. U operaciones demasiado complejas para la obesidad que sufría el paciente. El tratamiento de la obesidad ha de ser específico para cada paciente, en función de su peso y enfermedades producidas por la obesidad, como la diabetes, cardiopatía, hipertensión, etc.
Igual que cuando uno entra en una tienda a comprar un traje o vestido no les dan a todos la misma talla, pues a unos les quedará grande y a otros pequeña; igual ocurre con el tratamiento o la técnica quirúrgica a realizar para corregir la obesidad. Ha de ser específica, adecuada e individualizada para cada paciente, algo que allí no se contempla, o lo hacen mal, como ocurrió con Mónica, entre otros pacientes.
Hemos tenido también casos a quienes les han dicho, incluso escrito en el informe, que les hacían una operación y cuando han venido con complicaciones hemos comprobado que les habían realizado otra operación diferente a la que les habían indicado y reflejaba el informe. Por eso es muy importante y necesario estudiar bien al paciente para detectar el problema antes de entrar a quirófano, evitando así sorpresas que compliquen o dificulten la solución.
Otro problema que hemos detectado es la falta de formación y experiencia en el equipo que realizó la cirugía, ya que hicieron mal la operación que querían realizar; siendo la causa de la complicación, que posteriormente nos vemos obligados a tratar aquí; o del desafortunado caso de una chica de 17 años que falleció desangrada por no saber controlar una lesión del bazo durante la cirugía.
Hemos visto pacientes con desnutrición grave por haber realizado una técnica que no estaba indicada. O personas que habían vuelto a engordar meses o años después de la cirugía, por haber realizado una operación insuficiente.
Mi advertencia es que cuando una persona ha de entrar al quirófano, busque cirujanos y centros hospitalarios que se encuentren acreditados y preparados para resolver cualquier problema que surja y que estén equipados específicamente para esta cirugía, como se ha hecho en Granada, hoy un referente de la ruta de la cirugía de la obesidad, ya sea para pacientes procedentes de otros puntos de España, como de los operados en Estambul.