La cuestión de la paciencia con la que la gente espera que aparezcan mejoras en su situación económica a partir de las políticas que está aplicando el gobierno de Javier Milei no es un tema menor para esta administración. Tanto durante su campaña como ahora que es presidente, el primer mandatario ha insistido en que las reformas que está implementando irán generando consecuencias positivas en forma gradual y a lo largo del tiempo. De hecho, en más de una oportunidad, el Presidente dijo que mediante el camino que propone recién en 35 o 40 años la Argentina podría parecerse a aquellas naciones que el economista y primer mandatario libertario considera modelos, tal el caso de Irlanda.
El tiempo es oro y es tirano para Milei, quien pidió hoy ante el campo más tiempo para quitar las retenciones, asi como en otros discursos hubo un factor tiempo para levantar el cepo, dolarizar, bajar la inflación, que lleguen las inversiones y que, en definitiva, crezca la economía.
Sin embargo, en un contexto económico complejo, las expectativas y la paciencia del público se convierten en indicadores cruciales para evaluar la estabilidad y el futuro del Gobierno. La segunda parte de la última encuesta de la consultora Zuban Córdoba, realizada entre el 15 y el 16 de julio de 2024 sobre 1400 casos en toda la Argentina, aborda precisamente estas cuestiones, revelando datos relevantes sobre la percepción ciudadana respecto a la gestión económica de Milei.
Según los datos del informe, un 51% de los encuestados cree que la gestión económica está fracasando, mientras que un alarmante 70% afirma que su economía personal empeoró desde que Milei asumió la presidencia. Esta percepción varía según el voto de los encuestados en las últimas elecciones: entre los votantes de Milei, el 73,7% considera que el plan está funcionando, en contraste con el 89,9% de los votantes de Massa que creen que está fracasando. Esto refleja un respaldo más débil entre los votantes de Milei, en comparación con la crítica constante de los votantes de Massa.
Además, un 55% considera que el presidente no es capaz de controlar el precio del dólar.
Estos resultados, según el análisis de la consultora, son preocupantes para un gobierno que necesita mantener la economía en el centro de su relato político.
La aprobación general del gobierno es del 44,2%, frente a un 53,6% de desaprobación, con un 2,2% de encuestados que no sabe o no contesta.
Las diferencias en la paciencia también se reflejan según el voto en el último balotaje. Entre los votantes de Massa, el 82,5% dice que "ya no le da más tiempo" al gobierno, mientras que entre los votantes de Milei, un 58,1% le da más de un año, un 18,9% le da entre seis meses y un año, un 4% le da entre tres y seis meses, un 3,4% le da hasta tres meses, y un 14,3% ya no le da más tiempo.
El sondeo también abordó la opinión pública sobre políticas específicas del gobierno de Milei. En relación a la privatización de los clubes de fútbol, el 53,1% de los encuestados está en contra de la creación de las SAD, mientras que el 42% está a favor. Respecto a bajar la edad para votar a los 13 años, el 71,3% se mostró en contra y el 25,3% a favor. En contraste, la política de declarar la educación como servicio esencial para limitar los paros docentes tiene un apoyo del 57,9%, frente a un 38,1% en contra. Sobre los despidos de empleados públicos, el 52,3% se manifestó en contra, mientras que el 45,3% está a favor. Finalmente, el cierre de medios de comunicación del Estado es apoyado por el 45,3% y rechazado por el 54,4%.
La confianza en el plan económico se mide en expectativas, pero también en la realidad material de las personas, es decir, no solo en cuanto quieren sino en cuanto pueden esperar a que la situación económica mejore. Este es un punto clave para analizar la elasticidad del humor social, capaz de erosionar la opinión pública favorable que aún retiene el gobierno.
La encuesta subraya que, aunque el gobierno de Milei mantiene una cierta estabilidad en su aprobación general, las cuestiones particulares, especialmente en lo económico, comienzan a fracturarse. Esta fractura puede intensificarse con la inestabilidad cambiaria y financiera actual, afectando la percepción pública y, por ende, la paciencia y expectativas de la sociedad.