Uno quisiera tener la pluma biliosa de Fernando Navales, el narrador de 'Mil ojos esconde la noche', para contar sus impresiones sobre la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos; pero no se puede tener todo en la vida. Nos advertía Goya que «el sueño de razón produce monstruos»; y el sueño de la razón ilustrada, más concretamente, produce las aberraciones más eméticas. Francia fue una nación elegida, tal vez la más bendecida por la genialidad artística; pero rechazó el don que había recibido, para terminar siendo lo que hoy es (como muy pronto lo seremos también nosotros), un muladar 'multicultural', un vomitorio donde el nihilismo y la fealdad, la frivolidad y la vileza, la inanidad y la sordidez entonan...
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