Me reprobaba el otro día un atento lector en los comentarios a mi último artículo dominical, dedicado a Sánchez Monteseirín, aduciendo que él también había tenido ocasión de conocer al político en sus viejos tiempos como militante del PSOE y compañero en la Diputación, y que el dibujo a carboncillo que yo proponía estaba lejos de la verdad. A Alfredo, concluía, le jalonan muchos dones y uno de ellos es la falsedad. En lo de la falsedad, por supuesto, llevaba toda la razón. Porque ser falso es consustancial a la naturaleza del político. Igual que pude observar a Sánchez Monteseirín en la distancia corta, he tenido ocasión de conocer a muchos políticos, de muy distinto signo, y a todos ellos...
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