Cuentan, no se sabe si pertenece al territorio de la leyenda o no, que cuando Miguel Ángel Buonarroti entregó la Piedad del Vaticano al Papa en 1499 , la obra sobrecogió a quienes se hallaban en ese momento en una basílica de San Pedro en periodo de transformación. La escena, jamás vista, mostraba a una Virgen más joven que el hijo que se desparramaba lánguido en el regazo de su madre. Esa leyenda indica que algún cardenal afeó a Miguel Ángel la juventud de la Madre representada en el mármol. «Cómo va a parecer la Madre más joven que su hijo». El artista respondió: «Los enamorados de Dios nunca envejecen…» Tampoco envejeció en Sevilla. La Piedad del Baratillo, la Virgen...
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