El alzhéimer está muy presente en nuestras vidas: las estadísticas dicen que una de cada dos personas ve de cerca, directa o indirectamente, esta enfermedad considerada para muchos una de las grandes epidemias del siglo XIX. A diario se diagnostican nuevos casos de esta demencia que tiene unos efectos devastadores y a la que de momento no se le conoce una curación clara. En todo caso, la lucha para encontrar con tratamientos que reviertan sus efectos pero también por conocer todavía mejor el alzhéimer , y de allí su abordaje, no cesa. Los medicamentos que puedan ayudar a aliviar la enfermedad y ralentizar el deterioro cognitivo que afecta a la memoria y el pensamiento, algunos autorizados y otros todavía en fases experimentales, son uno de los más aplaudidos. Mientras la medicina avanza, también es importante que la investigación permita entender mejor esta enfermedad. Y gracias a los estudios se sabe, por ejemplo, que la genética afecta a su existencia, que aparece más en mujeres y que otros factores ambientales pueden contribuir a activarla. Además, otro de los aspectos más significativos es que es posible conocer empezar a activar las alarmas ante posibles primeros síntomas. Esto es lo primero que una persona con Alzheimer empieza a olvidar. A la práctica es frecuente pensar que los despistes pueden ser un síntoma clarísimo y en muchas ocasiones el estrés o cansancio puede tener a ver con ello pero lo cierto es que la pérdida de memoria es un aviso claro. En este sentido, la Asociación del Alzheimer , que da atención y servicio a afectados de todo el mundo y sus familiares, explica que el olvido de eventos o conversaciones recientes o de información acabada de aprender es un primer síntoma a tener en cuenta. La Fundación Pasqual Maragall , que también lucha contra esta enfermedad, ejemplifica que un buen ejemplo es el olvido sobre lo que se ha comido o qué se ha hecho durante el día. A partir de aquí, los fallos pueden ir a más: olvidar fechas o eventos importantes, pero también el día de la semana o el año en curso. Igualmente, una repetición de la misma información, la necesidad de tener que empezar a usar notas o dispositivos electrónicos para recordar algunas cosas o la petición de ayuda para algo que antes se podía hacer en soledad son las señales más comunes y que van apareciendo, con mayor o menor intensidad, en esta etapa temprana. Se calcula que la enfermedad, una vez diagnosticada, puede durar entre 7 y 15 años en los que la afectación y la dependencia del enfermo son cada vez mayores. Parte de la importancia de poder detectar el Alzheimer es que disponer de un diagnóstico permite a la persona afectada hacer planes de futuro y tomar sus propias decisiones antes de que el avance de la enfermedad se lo impida.
