La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha subrayado el «firme compromiso del Ayuntamiento con la recuperación de patrimonio cultural de esta ciudad» y, en este sentido, ha informado que para la Batalla de Flores de este domingo, 28 de julio, que es «uno de los momentos más especiales con el que culmina la Feria de Julio , hemos recreado el Pabellón Municipal de Carlos Cortina de 1926». Catalá ha destacado que «cien años después, la tribuna de autoridades se va a tematizar inspirándose en ese pabellón de Cortina, artista fallero de finales del siglo XIX y principios del XX, y se devuelve así a l'Albereda un símbolo de la Feria, una imagen icónica que desde el verano de 1972 no se ha vuelto a producir». La empresa Valua es la encargada de realizar los trabajos para que este domingo los valencianos y valencianas puedan disfrutar de las tres cúpulas con la bandera nacional y las regionales que volverán a coronar l'Albereda en la batalla floral más antigua de España. La primera contienda de este tipo tuvo lugar el verano de 1891 en Valencia por iniciativa del barón de Cortes de Pallás, presidente de Lo Rat Penat, a semejanza de los grandes festejos florales celebrados en Niza para el Carnaval. El próximo domingo cerca de de 1,3 millones de clavelones naranjas y amarillos servirán de proyectiles para la única batalla que se celebra en el mes de julio desde hace 133 años y en la que desfilarán 30 carrozas y nueve landós. Catalá junto con la corporación municipal presidirá este año la Batalla de Flores en la que estarán flanqueados por un nuevo elemento decorativo que se suma al patrimonio festivo local, para que se mantenga a lo largo de próximas ediciones, y que devuelve a este multitudinario acto el atractivo y esplendor arquitectónico de finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Una apuesta por recuperar elementos tradicionales del patrimonio festivo La construcción de este decorado bidimensional inspirado en el pabellón de Cortina, realizado por artistas falleros valencianos en talleres de la Ciudad Fallera, llega en el mismo año en que el consistorio ha hecho una clara apuesta por recuperar y dignificar otros elementos del patrimonio festivo como el cadafal de la Ofrenda fallera. El mal estado del Pabellón Municipal de la Feria de Julio (creada en 1871) obligó al consistorio a construir uno nuevo para el verano de 1926. Este nuevo pabellón vino a sustituir a su antecesor de inspiración oriental que a su vez reemplazó al primero de todos de estilo árabe. Junto a Carlos Cortina en la construcción del pabellón trabajaron una gran brigada de operarios. El montaje de este nuevo pabellón se inició el viernes 4 de junio sobre l'Albereda, inaugurándose el 25 de julio siendo alcalde Luis Oliag. Tres cuerpos de planta circular, dos escalinatas y 12 farolas El pabellón, que se desmontaba una vez finalizada la feria, se componía de tres cuerpos de planta circular e independiente, unidos por cuatro entrepaños de cristal policromado. Sobre una terraza de 14 por 33 metros y sostenido por pilastras, el pabellón tenía dos grandes escalinatas monumentales que daban acceso a las terrazas donde se celebraban recepciones, banquetes y bailes amenizados por la banda municipal y donde los invitados acudían vestidos de smoking cada noche. Asimismo, la tribuna también tenía 12 farolas decorativas formadas por cuerpos femeninos de dos metros de altura con ramos de estilo valenciano en forma de racimo con cincuenta bolas de cristal que daban la bienvenida a los invitados. A parte de los muchos elementos decorativos y alegóricos en los que Cortina puso especial esmero, destacaba en el centro de la parte exterior de la cornisa un gran escudo de Valencia con guirnaldas, corona y adorno de flores. En el remate de las cúpulas, a modo de linterna con tres metros de altura, ondeaba la bandera nacional con un asta de cuatro metros en la cúpula central y en los laterales dos banderas regionales dispuestas una a cada lado. El gran salón estaba amueblado con mobiliario renacentista español, con cuatro sofás, doce sillones tapizados de terciopelo oro viejo con escudos de la ciudad bordados a los respaldos y una gran mesa presidencial. Con el paso de los años, el pabellón fue objeto de elogios y seña de identidad y símbolo de la Feria de Julio hasta el año 1972, última fecha en la que se pudo disfrutar de él en l'Albereda. En 1964, el pabellón pudo verse en la película «El fabuloso mundo del circo» de Henry Hathaway, con John Wayne, Rita Hayworth o Claudia Cardinale, rodada, en parte, en el Parque del Retiro de Madrid. En 1973 se trasladó a los Jardines del Real para su exposición, pero el abandono que sufrió y un fuerte vendaval en Viveros acabaron con la gran estructura en 1981.