Tres días después de la salvaje agresión que se ha cobrado la vida de Juan F. G. de 42 años, a la salida del último de los cuatro conciertos de Karol G en el Bernabéu , el Grupo VI de Homicidios de la Policía Nacional sigue trabajando con varios interrogantes abiertos. El primero, la naturaleza del ataque en la confluencia de las calles de Padre Damián y Alberto Alcocer, a la vista de numerosos testigos y a una hora donde la Policía Municipal se encontraba en la zona regulando el tráfico. El detenido, natural de Mallorca y nueve años menor que su víctima, se enfrenta ahora a un delito de homicidio imprudente, una calificación que podría cambiar a medida que avance la investigación. En ese sentido, el testimonio de los testigos será clave para determinar la magnitud de los golpes. Según ha podido saber ABC, las primeras personas que atendieron a Juan hasta la llegada de los propios agentes municipales, observaron lo siguiente: «El agresor apareció de la nada, se encaró y le pegó dos puñetazos tremendos». Además, definen al arrestado como un hombre «con muy malas pintas» y señalan la rapidez con que soltó los dos puñetazos propinados. «No parece que fuera la primera vez que los daba», resumen, con la duda más que razonable de creer si el autor tiene conocimientos en algún tipo de arte marcial. Como adelantó ayer este diario, el finado medía alrededor de 1,80 metros y pesaba más de cien kilos, dos atributos que explicarían la fuerza de los impactos que le hicieron caer a plomo. Cabe resaltar que el responsable de la embestida señaló a los agentes que solo le había atizado un golpe defensivo al creer estar en peligro, una versión que no concuerda con la reconstrucción inicial de los hechos. Es más, tal fue el estruendo del choque contra el suelo, que los primeros policías personados en el lugar pensaron incluso que podía haber sido un disparo. La segunda de la incógnitas reside en el origen de la discusión, una videollamada de Juan con su pareja que las mujeres de Granada, una madre y sus dos hijas de 19 y 20 años, respectivamente, confundieron con una grabación. Las tres iban vestidas de color rosa, fiel al color de pelo de la artista colombiana, lo que motivó que el fallecido girase la pantalla de su terminal para mostrarle los característicos atuendos a su novia. Fue entonces cuando ellas se volvieron hacia él y empezaron a soltar toda clase de improperios al vigués, quien, lejos de avivar la llama, se disculpó varias veces a pesar de que el motivo de la bronca era totalmente erróneo. Tras ello, apareció en escena el mallorquín, un hombre con numerosos antecedentes y, según algunas de las fuentes consultadas, también un viejo conocido de la Policía en Madrid, para asestarle los dos golpes por sorpresa y huir de allí dejando a su víctima con la base del cráneo reventada: este fue detenido en una calle cercana tras la rápida llegada de los municipales, mientras que las mujeres granadinas tampoco se quedaron a socorrer al herido. En un primer momento, los investigadores no encontraron relación de parentesco carnal o político entre ellas y el arrestado, si bien no se descarta que los cuatro se conocieran en el concierto o que pudieran tener algún tipo de vínculo hasta la fecha desconocido. El visionado de las cámaras (si las hay) servirá también para completar unas pesquisas que avanzan a buen ritmo, ya con la declaración de la pareja de Juan sobre la mesa, en la que confirmó la videollamada que provocó la fatídica confusión. El funeral del gallego tendrá lugar en Vigo, una ciudad de la que salió para instalarse en Madrid con tan solo 19 años. Dedicado al sector bancario, trabajaba en una sucursal de Bankinter del barrio de Salamanca como director del Centro de Empresas. Un puesto al que había dicho adiós temporalmente para disfrutar con los suyos, sin saber que una agresión inexplicable truncaría su vida para siempre la primera noche de sus recién estrenadas vacaciones.