Las autoridades israelíes han acusado formalmente a la República Islámica de Irán de estar detrás del sabotaje de este viernes en el sistema ferroviario francés –que ha afectado a más de 800.000 viajeros a pocas horas de iniciarse los Juegos Olímpicos de París–. Y de algo mucho más grave: de estar planeando un atentado contra la delegación olímpica israelí.
El caso del supuesto boicot y tentativa de atentado contra la delegación israelí en los inminentes Juegos de París por parte de Irán evoca inevitablemente la tragedia de los Juegos Olímpicos de Múnich en el año 1972, cuando el grupo palestino Septiembre Negro asesinó a once miembros de la delegación olímpica israelí. Los terroristas palestinos lograron acceder a los apartamentos de los deportistas israelíes en la Villa Olímpica y tomar como rehenes a atletas y entrenadores.
En la mañana del viernes, el operador ferroviario francés, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF), informó de que la red de alta velocidad había sufrido un «ataque masivo» como consecuencia de «actos maliciosos» en vísperas de la ceremonia de apertura de la Olimpiada parisina. Más de 800.000 personas sufrirán las consecuencias del sabotaje a lo largo del fin de semana, según las estimaciones de las autoridades galas.
Poco después del anuncio, desde Israel, el ministro de Exteriores Israel Katz señaló directamente a la influencia del «eje del mal iraní y al islam radical». El jefe de la diplomacia israelí reveló además que él mismo había informado en las últimas horas al Ejecutivo francés –concretamente a su homólogo galo, Stéphane Séjourné– de que la República Islámica planeaba atentar contra los atletas israelíes durante los Juegos. «El mundo libre debe detener a Irán ahora, antes de que sea demasiado tarde», afirmó en la red social X (antigua Twitter) el jefe de la diplomacia israelí.
Horas después, en la tarde del viernes, la República Islámica negaba cualquier implicación en el sabotaje ferroviario francés, como también las acusaciones de estar planeando atacar la delegación israelí en los Juegos Olímpicos de París.
«Las acusaciones y el odio difundido por el ministro del régimen asesino de niños de Israel contra la República Islámica de Irán en relación con los Juegos Olímpicos de París 2024 son un intento desesperado de desviar la opinión pública mundial del genocidio en Gaza», afirmó en X el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.
A juicio del vocero iraní, las acusaciones del «régimen» israelí son «más ridículas que creíbles» y van en contra de la Carta Olímpica basada en la paz y la amistad. Por otra parte, Kananí confirmó que su país participará con normalidad en el evento deportivo. «La delegación deportiva de la República Islámica de Irán participará en las Olimpiadas de Paris con docenas de atletas y campeones nacionales», aseveró el portavoz de Exteriores persa, quien deseó «éxito al Gobierno francés» en la organización del evento deportivo.
Por otra parte, medios israelíes habían informado el jueves de que un grupo de piratas informáticos antiisraelíes, que se identificaban con la denominación de Zeus, se habían atribuido la difusión de información personal sobre atletas de la delegación israelí, incluida información sobre su actividad en el Ejército israelí. La Dirección Cibernética Nacional de Israel señaló ya a Irán por la filtración, asegurando que los hackers crearon canales en las redes sociales para divulgar la información sobre los deportistas israelíes.
El máximo responsable de la Dirección denunciaba esta semana que Teherán «explota una competición deportiva internacional pero apolítica para promover el terrorismo digital contra Israel y su derecho a participar en ella». En la víspera el propio Consejo de Seguridad Nacional de Israel hacía pública una guía para los ciudadanos israelíes que se desplacen a Francia durante la celebración de los Juegos Olímpicos en la que se destaca la amenaza iraní de fondo.
Las relaciones entre Israel e Irán viven meses de alta tensión sin duda elevada por la guerra que las FDI libran en Gaza contra Hamás tras la matanza terrorista del 7 de octubre de 2023. Teherán aprovechó el conflicto abierto en la Franja entre Israel y la organización islamista palestina para activar simultáneamente a las más importantes de sus fuerzas proxy contra el «enemigo sionista» en Oriente Medio: la milicia libanesa Hizbulá y los rebeldes chiíes de Yemen, los conocidos como hutíes.
En el caso de Hizbulá, la organización político-militar dirigida por Hassan Nasrallah viene llevando a cabo ataques con misiles desde su feudo en el sur de Líbano contra instalaciones militares israelíes y zonas urbanas del norte de Israel. Los hutíes, por su parte, han atacado intermitentemente desde territorio yemení –la mayor parte del país está ya en manos de la milicia aliada de Irán, incluida Saná– buques occidentales en aguas del mar Rojo y el golfo de Adén, unas agresiones que han tenido importantes consecuencias económicas para el comercio internacional en los últimos meses.
Ambas organizaciones, Hizbulá y los hutíes, como otras milicias chiitas radicadas en Siria e Irán, han sufrido repetidamente las consecuencias de la respuesta militar israelí y aliada en sus respectivos feudos. El enfrentamiento con Israel está siendo especialmente costoso para Hizbulá, que acumula unos 350 combatientes muertos e importantes daños logísticos. Su líder, Hassan Nasrallah, ha insistido en que, consciente de la posibilidad de una incursión terrestre de las tropas israelíes en territorio libanés, su organización no tiene apetito alguno por una guerra abierta con Tel Aviv.
El momento de máxima tensión entre los dos países se vivió el pasado 13 de abril, cuando primero la República Islámica sorprendió –en un ataque inédito desde la fundación del actual Estado teocrático– lanzando un total de 300 drones y cohetes hacia territorio israelí. La eficacia del sistema defensivo israelí y la ayuda de los aliados –incluidos Jordania y Arabia Saudí– permitió que, a pesar de la espectacularidad del ataque, se saldara sin víctimas mortales.
Menos de una semana después, Israel respondió a la agresión con bombardeo –aunque un ataque limitado– contra una importante base militar situada en la provincia de Isfahán. La actual escalada por interposición amenaza con convertir los distintos puntos de tensión en una guerra abierta en varios frentes a lo largo de Oriente Medio en la que Israel e Irán acaben enfrentándose directamente.
Entretanto, la Justicia y los servicios secretos francesas informaron de que investigan el sabotaje sufrido este viernes en tres de los cuatro grandes ejes de la alta velocidad ferroviaria en Francia a pocas horas de la inauguración de los Juegos, que han provocado ya anulaciones masivas y retrasos de trenes.
En un comunicado, la Fiscalía francesa informa que centralizará unas investigaciones que se centran en posibles delitos de deterioro de bienes que afecta los intereses fundamentales de la nación, degradaciones y tentativas de degradaciones por un medio peligroso en banda organizada, ataques a un sistema de tratamiento automatizado de datos en banda organizada y asociación de malhechores. Los citados delitos están castigados con penas de entre 10 y 20 años de cárcel y con multas de entre 150.000 y 300.000 euros.
El Gobierno mantiene mientras tanto una línea de precaución y evita atribuir la acción a ningún grupo o país en concreto. El primer ministro en funciones, Gabriel Attal, pidió cautela sobre cualquier tipo de acusación: «La investigación todavía está empezando».