La Liga 5.0 corrige muchas debilidades de sus antecesoras, muestra algunas funciones por afinar y genera expectativa de cara al resto de la campaña, donde realmente será juzgada.
A memoria, entresaco cinco versiones de Alajuelense en los últimos 10 años, con 20 torneos de por medio y solo un título rojinegro. El repaso demuestra que Alajuelense, probando una cosa y luego totalmente lo contrario, ha ido aprendiendo (lenta muy lentamente) hasta presentar hoy la que se insinúa como su mejor versión desde el 2014.
Le advierto al lector saprissista que lo siguiente poco atañe a su equipo, excepto por los párrafos finales. Se puede saltar todos lo demás.
La Liga que quiso ser equipo grande con jugadores medianos (quizás por falta de dinero). La que le quedó debiendo al técnico José Giacone (2016), y no viceversa, dándole un plantel de antemano modesto, reforzado con jugadores de equipo pequeño. El timonel, capaz de hacer campeón a unos y otros -a Pérez Zeledón, a Herediano y a Diriangén-; habría necesitado ser Bobby Fisher (leyenda del ajedrez mundial) para campeonizar a pura táctica y estrategia con aquella escuadra.
A falta de al menos Kasparov, llegó Benito Floro. Con él, la versión 1.1, también 2016: una docena de refuerzos, todos en proceso de adaptación. Algunos tenían futuro, quizás, pero lo estropeó aquel presente que les exigía de más. Algo así como si hoy -para ilustrarlo un poco-, el título fuera responsabilidad de Joshua Navarro, Anthony Hernández, Rashir Parkins, Creichel Pérez y Guillermo Villalobos.
Si añadimos lo que alguna vez me dijo el extécnico del Real Madrid sobre uno de esos jóvenes (“es ver a Iniesta en sus inicios”), cualquier análisis está de más: como si Bobby Fisher confundiera la reina con un peón.
La Liga de manudos de corazón como Pemberton, Salvatierra, McDonald, a la que siempre le faltó algo, no sé qué (tal vez suerte, tranquilidad, jerarquía, armonía), para levantar la copa. Tantas veces se les fue de las manos, que -sospecho- el aura de fatalidad terminó devorándose el camerino, la confianza de la grada, el tino de los dirigentes y la armonía del club. Pese a ello, tuvo sus versiones 2.1, 2.2, 2.3...
La Liga de la 30. La que dio prioridad a la espuela sobre la escuela. La que se acordó de echar mano a campeones para ser campeón, así vinieran de Herediano o Saprissa. La llegada de Junior Diaz (mayo 2019), Adolfo Machado (diciembre 2019), Leo Moreira (enero 2020), Bryan Ruiz (julio 2020) y Álvaro Saborío (agosto 2020) terminó dándole el soporte que necesitaba para espantar fantasmas en diciembre del 2020. Una Liga con poco futuro, por la edad de su columna vertebral, que apostó al urgente presente.
La Liga de los fichajes bomba. Actualización de la 3.0, que ya incluía fichajes inesperados, esta potenció la exitosa fórmula mediática antes de cada torneo. A Bryan Ruiz (julio 2020), quizás el primero de los fichajes increíbles, le siguieron Johan Venegas (diciembre 2020), Marcel Hernández (enero 2021), Celso Borges (septiembre 2021), Joel Campbell (julio 2023). En contraste con los figurones, también es la Liga que contrató novatos para su banquillo (tanto Andrés Carevic, en 2019, como Albert Rudé, en 2021, debutaron como técnicos de una primera división en Alajuelense).
La más completa de las versiones, tiene jugadores de jerarquía, otros intermedios en proceso y una buena dosis de “made in CAR”. Tiene un técnico con estrella como Alexandre Guimaraes. Tiene suplentes capaces de marcar diferencia.
Le falta tiempo. Le falta trabajo. Le faltan partidos a un equipo que en la primera jornada alineó a cinco recién llegados (Piñar, Falque, Angulo, Cardozo y Toril) y un no habitual en las alineaciones del pasado torneo (Campos).
Con el 54% de su alineación nueva no será extraño que aparezcan algunos defectos de fábrica. De momento, a juzgar por la Recopa y el arranque contra Santos, su vocación ofensiva la deja expuesta a contraataques que, en piernas letales, le pueden complicar algunos juegos.
Lo compensa con mucha agresividad para recuperar la pelota, la marcada posesión de balón, velocidad, fútbol a uno o dos toques y la implementación de combinaciones por el centro (a diferencia de su antecesora, inevitablemente tentada a abrir siempre el juego hacia los hoy legionarios Carlos Mora y Joel Campbell).
Aunque considerado gran favorito por el 60% de los periodistas en el sondeo de La Nación, Saprissa tiene al menos un retador en el Alajuelense 5.0.
De 60 periodistas consultados, 36 consideramos al cuadro morado candidato al “penta” (me incluyo), por las más variadas razones. Argumentos sobran: la continuidad del plantel, la continuidad del técnico, la continuidad de la dirigencia, la continuidad y la continuidad, la comunión del equipo con el técnico Vladimir Quesada, la ambición alimentada por un “hexa” ya no imposible, la capacidad demostrada para suplir las bajas, el temple para los partidos decisivos...
Adicionalmente -como nuestro sondeo no se hace de la noche a la mañana- desconocíamos el nivel de los recién contratados por Alajuelense cuando dimos el pronóstico uno o dos días antes de la Recopa. A las partidas de Joel Campbell, Carlos Mora y Jeyland Mitchell, se sumaba la siempre incierta calidad de los foráneos, incluido un Iago Falque con un año sin jugar. Hoy ya sabemos que en el menor de los casos ninguno es un paquetazo.
¿Cambiaría hoy mi pronóstico? No quiero pecar de acomodado y me mantengo, pero lo poco visto al menos me pone a pensar. ¿A usted no?
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