Hace dos siglos que el rey Fernando VII vio poner la primera piedra de uno de sus grandes proyectos para la ciudad de Madrid: un gran teatro de la ópera que pudiera equipararse a los mejores coliseos líricos de Europa. Desde que en 1850 acabaran las obras, ya bajo el reinado de Isabel II, el Teatro Real de Madrid ha puesto en escena un sinfín de obras que le han valido el puesto que para él soñaron sus impulsores. Pero ninguna tan singular y, por qué no, ambiciosa como la que ahora enfrenta la dirección del teatro. El emblemático edificio de la plaza de Oriente está siendo remodelado con soluciones de ahorro energético que le permitan encarar el futuro como un edificio moderno de bajo consumo. Para ello ha proyectado soluciones tan innovadoras como la azotea solar fotovoltaica transitable, que estrá lista en otoño y que es pionera en España. Aunque la más visible, esta no es la única excepcionalidad del proyecto. En primer lugar, es el primero que obtiene un Certificado de Ahorro Energético (CAE) en nuestro país. Este es un sistema de 'créditos' por el que, por cada actuación que demuestre un ahorro de energía determinado, se recupera parte de la inversión realizada para destinarla a nuevas reformas. La del Real, además, es la única intervención singular que ha generado los primeros créditos de este sistema creado en 2023 en nuestro país. Para llegar a este punto, la dirección técnica de sostenibilidad ha realizado un estudio detallado de dónde estaban los puntos de mayor consumo en el teatro y ha programado diferentes soluciones para rebajar la factura. Lo que más gasta es el alumbrado general, seguido de los sistemas de calefacción y refrigeración. Con estos datos, se proyectaron una serie de cambios que culminaron en una reducción del 48% del consumo global de energía. «Las medidas han sido llevadas a cabo el último lustro. El objetivo es llegar a ser un edificio de consumo casi nulo, nZEB, dentro de tres años», explica Nuria Gallego, directora de Infraestructuras y Servicios Generales del Teatro Real y responsable técnica de este proyecto. En total, se ha logrado un ahorro de casi 100.000 kilovatios por hora al año. Las intervenciones han ido desde revisar el edificio para evitar pérdidas energéticas (ventanas, fisuras, etc.), hasta el cambio de los equipos de frío y calor por bombas más eficientes, así como una revisión de la ventilación del edificio. Esto último ha sido lo que más ahorro ha conseguido. Pero estos hitos están aún a la mitad del camino que la institución centenaria quiere recorrer. Gallego puntualiza que el dinero que recibirá gracias al sistema de créditos CAE -citados inicialmente- serán reinvertidos en sustituir los equipos de refrigeración que atienden «salas críticas». A saber: dimers (sistema eléctrico que permite que las luces de escena sean reguladas de manera suave desde cero hasta su máxima intensidad), cabinas de iluminación y audio, centro de transformación, generador, etc.) Con todo, y con los plazos cumplidos, se han superado los ahorros comprometidos y han mejorado la calificación energética del edificio de la D a B. El mejor rendimiento lo da la calificación A. La otra gran rareza del proyecto, por lo que lo hace único, es que se trata de un edificio catalogado como BIC (Bien de Interés Cultural), así que rige en todo momento el máximo celo en que ninguna obra altere su integridad, sus valores arquitectónicos e históricos. Así, todas las actuaciones requieren de más supervisión y visto bueno de lo habitual. «Deben ser autorizadas antes por Bellas Artes, la Comisión de Patrimonio Nacional, así como Urbanismo y la Comisión del Patrimonio Histórico», recuerda Gallego. Por todos estos filtros ha pasado todas las intervenciones, pero sobre todo la que dará que hablar: la colocación de una cubierta de placas solares transitables, pionera en su categoría, que hará de la azotea del edificio un nuevo mirador para la ciudad de Madrid. En los planes está convertirlo en un lugar que pueda acoger desde eventos a visitas turísticas. ¿Cuál ha sido la inspiración para pensar en una tecnología que no se había instalado hasta ahora en ningún edificio español, ni histórico ni moderno? «No existía ningún otro caso en España; solo nos apoyamos en el sentido común», sentencia Gallego. Las cubiertas de los edificios son, junto a las fachadas, las zonas más críticas cuando se trata de rehabilitar pensando en el ahorro energético. En este caso concreto, se necesitaba sustituir la impermeabilización, mejorar el aislamiento y, por último, se pensó en implementar un forjado solar fotovoltaico. La empresa que tiene desde 2015 la patente mundial de esta tecnología es española: Onyxsolar. Sus placas solares de cristal, que son empleadas como ventanas en fachadas de medio mundo, fueron la innovación principal que le valió a esta empresa su expansión a los mercados multinacionales. Con el suelo fotovoltaico renuevan su espíritu pionero. El Teatro Real fue el primer edificio español en proyectar su colocación y, ahora, en Valencia, también estará en una terraza -de menor tamaño, eso sí- del museo de las Artes y las Ciencias. Washintong, Hong Kong o Portugal son los otros países donde las azoteas solares fotovoltaicas de Onyxsolar, fabricadas también en España, generan energía mientras permiten a los usuarios de los edificios usar los tejados para cualquier menester. Miguel Ángel Castellano, ingeniero senior de la citada empresa, explica que la clave del producto es la dureza que tiene que demostrar el vidrio que alberga las células fotovoltaicas. «Su resistencia es de 500 kilos de carga por metro cuadrado», concreta, mientras explica que las exigencias para obtener certificados de seguridad en estos productos son muy altas. Para asegurar que el tránsito de las personas sea cómodo y seguro, lleva además un tratamiento antideslizante que también es fórmula de Onyxsolar. Las placas se colocan sobre un suelo técnico, debajo del cual queda oculto el cableado. La estética también es importante en estos proyectos en edificios singulares, de ahí que el acabao sea negro. «Debe quedar bien integrado en el resto de superficies», recuerda Castellano. El rendimiento en generación de energía, explica el citado ingeniero, es similar al de las placas tradicionales . La única diferencia del suelo solar es que el material que llevan las células es un vidrio. Solo puede restarle algo, poco, de rendimiento el tratamiento antideslizante que llevan. Nuria Gallego recuerda, de cualquier modo, que esta singular cubierta no está concebida en sí como una medida de ahorro energético. Y tampoco va a cubrir las necesidades de electricidad de todo el edificio en cualquier caso. «Es un primer paso, muy importante eso sí, teniendo en cuenta la tipología del edificio. Por ahora, lo que genere la cubierta dará servicio a los cuadros de climatización superiores, que abastecen a la torre de refrigeración destinada a los servicios críticos (data center, ticketing dimers, etc.)», concreta la responsable técnica del proyecto. Tras concluir la instalación de esta azotea solar, cuyo fin de obra está previsto para el 31 de octubre de este año, los responsables del Teatro Real esperan poder abrirla al público tras la concesión de la licencia municipal para ello, aún pendiente. Hasta ahora el permiso que se tiene es para la realización de las obras propiamente dichas. En estas está prevista la colocación de unas escaleras accesibles para todos los públicos que salvarán los distintos niveles de la azotea. Cuando esta parte de las obras se dé por concluida, en un futuro también se ha pensado en instalar geotermia en el edificio. Esta solución energética conduce el agua que se halla en el subsuelo mediante una bomba que hace fluir el agua por los conductos del edificio y, con ella, refrigerar o caldear las estancias. Es de los sistemas que menos consumo eléctrico requiere hoy en día, incluso más que la aerotermia. Realizar sondeos para encontrar el agua, en este caso, no es un problema. Debajo del Teatro Real pasan los antiguos Caños del Peral, que daban nombre al teatro original sobre el que posteriormente se levantó el Real. «A través de las galerías y en el último foso del edificio discurre una corriente de agua que conducimos de forma permanente con bombas de achique. Lo que se plantea es llevar a cabo para captación geotérmica para atemperamiento de los circuitos de calor y frío del propio edificio», explica Gallego. Esta medida de ahorro energético no se ha llevado a cabo aún, dice la citada responsable del proyecto, por falta de financiación. Será algo a plantear en el futuro. En total, tal y como anunció la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, durante la presentación del proyecto, este proyecto que convertirá el Real en un edificio de consumo casi nulo se financiará con 5,3 millones de euros procedentes de los Planes de Recuperación, Transformación y Resiliencia. El del Teatro Real será el ejemplo que podrán seguir, tanto en las intervenciones como en la forma de financiarse, otros edificios históricos y singulares españoles incluidos en la Administración General del Estado. Porque las exigencias energéticas en edificios impuestas por Europa no solo afectan a particulares y empresas, sino que obliga a los gobiernos a dar ejemplo. En España, a finales de 2023, España puso el citado sistema de créditos CAE para impulsar la transformación del parque inmobiliario y descarbonizarlo antes de 2050. Se espera canalizar una inversión acumulada de 41.000 millones de euros a lo largo de una década. En cuanto a los inmuebles públicos, los objetivos de este plan hablan de la renovación energética de un millón de metros cuadrados de superficie en edificios, el recambio de más de 125.000 luminarias, la instalación de unos 50 megavatios de energías renovables y la sustitución de 7.000 vehículos por otros de emisiones cero para la facilitar la movilidad 'verde' de los trabajadores públicos.
