Todos los veranos surge en muchos hogares la misma duda con los 'deberes' en vacaciones … ¿Seguimos haciendo tareas escolares o le damos una tregua al cerebro de nuestros hijos? Cuando nos asalta esta pregunta para Sofía Barrón, profesora del Grado en Educación Primaria de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) ., lo primero que creo que hay que hacer es mirar la realidad de nuestra casa. En muchos de los hogares españoles, recuerda esta profesional, «los pequeños han realizado jornadas maratonianas en sus centros escolares durante los meses de duración del curso, de entre ocho y nueve horas, desde el servicio de madrugadores hasta la extraescolar de la tarde, porque el horario laboral de los padres se extiende a lo largo de ocho horas. No se trata de sentirnos culpables como progenitores, a todos nos gustaría pasar más tiempo con nuestros hijos, pero también tenemos que trabajar». Y, aunque no haya sido así, advierte, «los menores necesitan vacaciones de la misma manera que los adultos las necesitamos, cambiar nuestra rutina para después retomarla con otra perspectiva. Sin embargo, el cerebro infantil no se detiene , no 'da tregua', por lo tanto, lo que debemos plantear como adultos, es cómo aprovechamos ese cerebro siempre expectante. Se puede hacer llevando a cabo actividades lúdicas, deportivas e intelectuales. La clave está en acercarse de otra forma a esas intelectuales que, a priori, pueden resultar menos atractivas». ¿Qué les dirían a esas familias que abogan por dar un descanso para reposar y coger con ganas el siguiente curso? Las vacaciones de verano se alargan durante dos meses y medio. Esta frase que hemos oído en un millar de ocasiones, siempre se acompaña de «hay tiempo para todo». Y sí, aunque pueda resultar poco original, lo hay. El verano es tiempo de campamentos, escuelas de verano, piscina, montaña, playa, viajes o ciudad, tiempo de desconexión y de disfrute, pero también de momentos de lectura, de escritura, de mates y de ciencias. Pero para que todo esto último, que puede resultar menos apetecible, suceda, nosotros debemos implicarnos. De la misma forma que entendemos que a la piscina vamos todos en familia, también tenemos que acompañarlos leyendo, escribiendo o recitando las tablas de multiplicar. Los padres somos conocedores de que debemos pasar tiempo de calidad con nuestros hijos y ese tiempo de calidad también consiste en reforzar o repasar conocimientos aprendidos durante el curso en el colegio. En caso de seguir con su enseñanza, entiendo que las tareas deben afrontarse de otra forma, no sentados en su cuarto. ¿Cómo podemos hacerlo? Desde luego, lo de sentarse en el escritorio en verano puede entenderse casi como un castigo y, a veces, obligar o imponer puede llegar a ser contraproducente. Si, además, estamos hablando de acompañarlos, el castigo puede hacerse extensivo a la madre o al padre. Simplemente pensar en sentarnos en el escritorio al lado de nuestras hijas e hijos como hacemos muchas veces a lo largo del curso… ¡da pereza! Y, ¿qué podemos hacer? pues plantearnos aprovechar nuestra cotidianidad veraniega para repasar. Podemos ir a comprar y que paguen ellos y ellas con efectivo, de esta forma, se implican en el manejo de dinero. Hacer con ellos postres y, además de que preparen las cantidades, jugar con el vaso medidor a pasar a centilitros o decilitros, repasando magnitudes. Otro ejemplo, hacer una ruta de senderismo y aprovechar para recoger las flores o frutos silvestres que nos llamen la atención y montar un cuaderno-herbario a la vuelta, y si no conocemos de qué planta se trata, siempre podemos echar mano del Google Lens. También, mantener un diario de las experiencias de verano, que redacten y sinteticen lo que han vivido en los dos o tres últimos días. Si visitamos un acuario, nos llevamos un cuaderno que hayamos elegido con un bolígrafo de un color que nos motive y apuntamos los animales que estamos viendo. En muchos casos los acuarios están dotados de carteles con curiosidades y ampliación de información mediante QR que podemos ir leyendo. Si algún animal nos llama especialmente la atención se busca más información, como en Wikipedia, y se apuntan las cosas que nos resulten interesantes. Y de esta forma participamos y disfrutamos todos. De alguna forma, se trata de evidenciar que aquello que aprendemos en la escuela nos ayuda a comprender nuestro entorno vital. La realidad es que repasar materias vistas durante el curso, no es habitual.. . Bueno eso a menudo supone recurrir a los cuadernos de vacaciones convencionales, aunque las editoriales los llevan a cabo de manera atractiva y útil, también hay que tener cuidado ya que pueden no ajustarse exactamente a las propuestas vistas en clase. Se pueden trabajar los contenidos de una manera más lúdica como se ha señalado. Sin embargo, también depende del desarrollo escolar del menor, recordemos que hay padres a los que se ha indicado desde el centro educativo que sus hijos o hijas deben hacer hincapié en un contenido específico. Si es así, ese refuerzo debe existir, incluso recurriendo al profesor o profesora de repaso. Pantallas, aplicaciones de aprendizaje, ¿sí o no? Las pantallas han venido para quedarse. Existen apps educativas muy interesantes, con rangos muy amplios de edad, como Smartick (matemáticas), Kahoot! (diversas temáticas), Duolingo (idiomas) o Dic-dic Dictado (lengua), entre otras. Debemos mostrar a nuestros hijos lo útiles que son como herramientas de trabajo. Así, les estamos enseñando a discriminar el contenido de calidad digital frente al que no lo es. Además, las pantallas no están reñidas con ir a museos que, en muchos casos, mantienen los talleres educativos destinados a los niños en verano. Pero, por supuesto, sí, la lectura es crucial; el desarrollo de la comprensión lectora es fundamental. Si no comprendemos lo que leemos, no podemos desarrollarnos en el resto de materias educativas. ¿Qué nuevas tendencias hay y cuál es la opinión de profesores y docentes al respecto? En los colegios cada quien aplica lo que, evidentemente, piensa que mejor funciona. Así, encontramos centros que siguen con el cuaderno de vacaciones de verano, también pueden abogar por repasar contenidos que se van a seguir viendo a lo largo del siguiente curso y otros en generar otro tipo de actividades como jugar a juegos de mesa, hacer puzzles, leer libros o cómics, escribir un diario de verano, inventar canciones… Pero, sobre todo, sabemos cómo les ha ido el curso, somos nosotros quienes mejor conocemos las necesidades de desarrollo educativo de nuestros hijos.